Publicado el 22 de marzo, 2019
Educación: Redirigir el foco para alumbrar mejor
El gobierno de Sebastián Piñera no ha cambiado el foco, lo que dejó alumbrando el gobierno anterior: el intento de obtener adhesión política usando el interés de nuestros compatriotas por conseguir una educación de calidad para sus hijos.
Mi opinión es que mucho menos de lo que creo que la mayoría del país esperaba. Tal vez, bastante poco. En este ramo me costaría ponerle siquiera nota 4 a este gobierno. Aquí mis argumentos.
Para empezar, ha sido inconsistente. Dice y decía una cosa, y practica otra. Partió designando una comisión de muy alto nivel presidida por la ex ministra Mariana Aylwin, con el atractivo lema de “Todos al aula”. Sin embargo, eso es lo que menos hemos visto, al menos en este año. En lo fundamental, este gobierno criticó (con razón) al anterior porque no abordó ese tema y el de mejorar la calidad, sino que usó políticamente la educación. Y ahora hace lo mismo. O sea, ha seguido el mismo libreto equivocado de su antecesor: centrarse en temas secundarios en lo relativo a mejorar la calidad de la educación del país.
¿Es Aula Segura y Admisión Justa lo fundamental para que nuestros estudiantes aprendan más, o lo mínimo para tener buenos empleos este siglo de la Cuarta Revolución Industrial?
También ha seguido usando la educación para sus fines políticos. No otra cosa ha sido la presentación muy publicitada y de más relieve y debate público, como son sus dos proyectos estrellas: Aula Segura y Admisión Justa. Sí, las encuestas muestran que suscitan apoyo mayoritario. Por eso se han promovido tanto, pero… ¿son lo fundamental para que nuestros estudiantes aprendan más, o lo mínimo para tener buenos empleos este siglo de la Cuarta Revolución Industrial? Aunque un mago diseñara el mejor sistema de admisión, eso no mejoraría sustancialmente la calidad de la educación. Más que Admisión Justa, se necesita Educación Justa. Esta sería una en que todas las escuelas fueran de similar buena calidad, para que deje de ser importante ser admitido en una u otra, al menos por motivos académicos.
Bachelet casi no tomó medidas para mejorar realmente la calidad y la equidad de la educación nacional. Más parece que tomó medidas estatistas por motivos ideológicos y para satisfacer demandas y obtener apoyo político de sectores de izquierda. Gratuidad, fin a la selección de estudiantes por parte de las escuelas, administración exclusiva de ellas por fundaciones sin fines de lucro, y estatización de las escuelas municipales. Casi nada dirigido a lo que se hace (o no) en el lugar donde aprenden los estudiantes: en sus salas de clase, en las escuelas y en cómo ellas se gestionan.
Personalmente estoy de acuerdo con que este gobierno no pretenda desmantelar toda la Reforma Escolar de Bachelet, a pesar de todo lo nefasta que la considero. La educación debiera ser una política de Estado, establecida después de lograr consensos que perduren. No pueden estarse cambiando a cada rato. Los directores de establecimientos deben gastar más tiempo en entender y responder a las nuevas normas (a menudo absurdas y contradictorias) antes que a ver cuánto están aprendiendo sus alumnos y cómo aprenderían más. Pero otra cosa es dónde pone sus prioridades educacionales un gobierno: si en mejorar lo que hacen las escuelas (especialmente las más insuficientes) o en usar la educación para obtener apoyos políticos.
¿Significa lo dicho que este gobierno no ha hecho nada valioso para la educación escolar? No. No estoy diciendo eso. Sino que no ha cambiado el foco, lo que dejó alumbrando el gobierno anterior: el intento de obtener adhesión política usando el interés de nuestros compatriotas por conseguir una educación de calidad para sus hijos. Lo que quiero enfatizar es que muchos esperábamos que este gobierno se enfocara más en mejorar la calidad de todas las escuelas públicas del país; especialmente las municipales y subvencionadas más insuficientes. Que usara toda la capacidad de comunicación que tiene todo gobierno para apoyar ese mejoramiento, y no quedarse empantanado corrigiendo medidas irrelevantes que puso en la agenda el gobierno anterior. Que se dedicara a devolverles los patines a los estudiantes a quienes se los quitó aquel ministro de triste memoria. Que devolviera más y mejores patines.
Lo más grave es que las autoridades nacionales transmiten con sus hechos el mensaje de que la calidad del trabajo educativo no depende de los directores y directoras de escuela y de sus profesores, sino de lo que deciden los políticos en Santiago y Valparaíso.
Por ejemplo, uno de los mayores debates recientes ha sido la ácida crítica de numerosos dirigentes políticos a la actual ministra por visitar 26 comunas para reunirse con cientos de padres y apoderados por la ley de Admisión Justa. Me parece también criticable esa conducta, pero por motivos muy distintos. Porque fue una oportunidad perdida de visitar primero escuelas, directivos y docentes de esas 26 comunas. De entrar a sus salas de clase y preguntar a directoras, profesores y asistentes por sus problemas, necesidades e inquietudes. Para apoyarlos muy directa y personalmente en su difícil labor. Ese sería un cambio de foco: alumbrar allí en las salas donde estamos trabajando con métodos del Tercer Mundo que necesitamos cambiar. Cambios para transformar escuelas en organizaciones más modernas. Allí es donde se necesita el apoyo activo y presencial de las más altas autoridades. Comprensión, solidaridad y respeto por el sacrificado trabajo de educar a jóvenes que viven hacinados en sus poblaciones, pero en una era con acceso casi universal a celulares, internet, bullying, drogas y delincuencia.
Las consecuencias de esas conductas politizadas en materia de educación por parte de altas autoridades son mucho más graves de lo que parecen. No sólo comunica engañosamente que la calidad de la educación parece depender de las leyes tramitadas en los corredores del Ministerio en Santiago y del Congreso en Valparaíso. Lo más grave es que las autoridades nacionales transmiten con sus hechos el mensaje de que la calidad del trabajo educativo no depende de los directores y directoras de escuela y de sus profesores, sino de lo que deciden los políticos en Santiago y Valparaíso. Claro, si les están diciendo a los apoderados y a los docentes que lo más importante, lo que atrae más atención pública y debates, es lo que pasa allá y no lo que se está o no enseñando en cada sala de las escuelas.
No quiero terminar sin reconocer que se están haciendo algunas cosas buenas. Por ejemplo, la de crear un sistema de subvenciones para financiar una más masiva educación de párvulos. Una ley para mejorar los ingresos para el personal directivo de los establecimientos escolares. El catastro de recomendaciones para desburocratizar la supervisión escolar que realizó la Comisión. El Programa LeoPrimero, para que más niños lean al fin de 1º Básico. Y una ministra de Educación seria y aplicada que sale a la calle, por quien tengo el mayor respeto. Pero que hasta ahora ha pasado por una sola vereda, y la menos sombría y dañada. Todavía es tiempo de corregir, de que use todas sus capacidades y talentos para cambiar el foco de atención de lo que falta para una educación escolar chilena de calidad
0 Comments