Ricardo Paredes, rector DUOC
Esta columna fue escrita junto a Roberto Flores, Duoc UC.
Un estudio reciente de la Universidad de Chile sobre rentabilidad de carreras impartidas por Centros de Formación Técnica (CFT), establece que 14 carreras observan mayores costos monetarios que los ingresos que genera egresar de ellas. Así, en lugar de seguir esas carreras, sería mejor para los potenciales estudiantes quedarse sólo con la educación media. Esto, gruesa pero correctamente, muestra el gran desafío de la calidad en la educación superior técnico profesional (TP). Sin embargo, esta mirada es parcial y buenas políticas requieren una mirada sistémica, sin restricción al tipo de institución.
A partir de información oficial de empleabilidad, aranceles, duración de las carreras, deserción e ingresos, construimos un indicador de rentabilidad económica para todas las carreras en educación superior, TP y universitarias. Concluimos que la rentabilidad de cada carrera se relaciona fuertemente con los años de acreditación institucional, es decir, con la mejor medida de calidad que se dispone. También, un gran porcentaje de carreras impartidas por instituciones TP bien acreditadas, tiene mayor retorno que carreras universitarias.
Por ejemplo, un titulado típico o promedio de un CFT de cinco años de acreditación que tiene 35 años de edad y que egresó a los 18 años de la secundaria, observa una rentabilidad mayor que la que observan en promedio los egresados del 40% de todas las carreras impartidas por las universidades. Más aún, esa rentabilidad es mayor a la del 53% de las carreras impartidas en universidades con hasta 3 años de acreditación.
Independientemente de los supuestos para este cálculo, el traslape de rentabilidades entre instituciones TP y universitarias siempre se da. Por ello, la tipificación en CFT, IP, universidades, universidades del Cruch, etc, no tiene más sentido. En igual dirección, aparte de un conjunto pequeño representado por universidades de reconocida mayor calidad, los alumnos no tienen preferencias evidentes por algún tipo de institución sobre otra; es decir, las tipologías tampoco responden hoy a las preferencias de los alumnos.
Los desafíos de la reforma en educación superior en calidad, institucionalidad y financiamiento requieren una mirada sistémica, que respetando la autonomía individual de cada institución, considere indicadores y criterios de calidad transversales, particularmente de empleabilidad. Ello sería un primer paso, no sólo para ir derribando prejuicios respecto de la calidad de la educación TP, sino para mejorar la política y promover un sistema educativo de calidad.
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