Piñera anuncia Sistema de Financiamiento Solidario que reemplazará al CAE: instituciones deberán asumir diferencia de arancel
por EL MOSTRADOR 7 junio, 2018
Pasadas las 11:00 horas de este jueves el presidente Sebastián Piñera llegó hasta la comuna de Ñuñoa para participar del anuncio del nuevo Sistema de Financiamiento Solidario para la educación superior, el cual implicaría el fin del criticado Crédito con Aval del Estado (CAE), el que hasta hoy mantiene a más de 870 mil endeudados.
La creación de este sistema que elimina de la ecuación de financiamiento a la banca fue uno de los principales anuncios que hizo Piñera en su primera Cuenta Pública ante el Congreso Pleno el 1 de junio.
Una política pública que busca sepultar al Crédito Aval del Estado (CAE), uno de los más cuestionados legados que dejó la Concertación, y seguir, así, con la línea que estableció Piñera en su primer Gobierno, que ha terminado con los abusos del CAE, cuando en el año 2011 llamó a un consenso con la oposición e ingresó un proyecto de ley que lo rebajó de un 6% a un 2%.
El anuncio presidencial del viernes da una solución a una generación completa de estudiantes, compuesta por más de 870 mil endeudados, de los cuales 376 mil 811 ya deberían estar pagando el crédito. Es justamente ante esta crisis por los deudores que vive el sistema –que registra un 40,3% de morosidad– que Piñera sacó un as bajo la manga: anunció que los morosos podrían pasar al nuevo SUC y, con ello, disminuir las críticas que han apuntado a la necesidad de que exista una “condonación de la deuda”, como lo ha solicitado la organización Deuda Educativa y las dirigencias del mundo estudiantil.
Durante esta mañana el Presidente reiteró que se tratará de “un sistema administrado por el Estado, sin intervención de la banca privada, con una tasa de interés del 2% anual”. Asimismo detalló que los estudiantes que pertenezcan a los seis primeros deciles no pagarán mientras estudian y la cuota a pagar “en ningún caso excederá el 10% de sus ingresos”.
El mandatario explicó que el crédito estará disponible para todos los estudiantes que pertenezcan a los nueve primeros deciles de ingresos y accedan a instituciones de Educación Superior acreditadas. Para quienes ingresan a universidades, deben tener al menos 475 puntos promedio en la PSU, señaló y para quienes ingresan a un Centro de Formación Técnica (CFT) o Instituto Profesional (IP), el requisito será tener promedio NEM superior a 5,3 o pertenecer al 50% superior de su promoción o ranking.
“El esquema de pago del Sistema de Financiamiento Solidario contempla hasta 180 cuotas (15 años). Una vez pagadas, la deuda se extinguirá sea cual sea el remanente. Para estos efectos, las cuotas que los jóvenes soliciten suspender por cesantía o por tener ingresos inferiores al salario mínimo se considerarán pagadas”, anunció.
Respecto a los actuales deudores del CAE, Piñera explicó que estos deberán expresar su voluntad si quieren traspasarse al nuevo sistema y que de ser así, “la institución estatal pagará al banco y generará un nuevo crédito para el beneficiado, con las nuevas características”, señaló.
Sin embargo, la forma en como se solucionará el problema de los deudores del CAE se mantiene abierta ya que Piñera no aclara cómo se realizará este traspaso.
Cabe mencionar que precisamente este punto no dejó contentos a los parlamentarios oficialistas, es más, ni siquiera en el “equipo técnico del ministerio había acuerdo” respecto a dicha medida, señalaron desde el seno de dicha repartición.
El principal punto en conflicto sería el costo de implementar esta solución para los morosos, ya que los montos podrían ser cuantiosos “si estas deudas aún están en posesión de los bancos y no han sido compradas por el fisco”, explicó un asesor de Gobierno.
Aún no existe claridad respecto a cuánto será la cifra que tendrá que pagar el gobierno por el precio de la recompra a la banca.
Asimismo el mandatario indicó que “el crédito financiará el arancel regulado más un porcentaje de la brecha entre arancel regulado y arancel real, el que dependerá de la vulnerabilidad del estudiante y del nivel de acreditación de la institución, con un tope de 1,5 veces el arancel regulado”, detalló.
Es decir, esa diferencia deberá ser pagada por las instituciones, ya que el crédito cubre todo el arancel de referencia pero será la universidad la que pagará esa deuda entre el arancel regulado y el arancel real.
Este punto marca una tensión entre el Gobierno y las universidades complejas, las pertenecientes al CRUCH y las que tienen una mayor acreditación y no así a las universidades privadas, ya que de una y otra forma esto amarra una lógica de regulación en los aranceles ya que de ahí tendrán que financiar esta diferencia.
Es decir, con este anuncio el Ejecutivo avanza hacia la privatización del sistema educativo, ya que las universidades privadas, las que no contemplan gratuidad, son las que se verán más beneficiadas.
Temas económicos
El nuevo sistema de crédito para estudios de educación superior viene a hacerse cargo de la lentitud y de los errores de distintas administraciones para abordar esta materia. Hacia adelante, será importante construir una institucionalidad sólida, desarrollar un monitoreo continuo de su funcionamiento y traer racionalidad económica a un debate que durante largo tiempo estuvo marcado por el voluntarismo.
Financiamiento estudiantil
En efecto, luego de cuatro años de una discusión dominada por la caprichosa -y onerosa- idea de la gratuidad, el nuevo gobierno ha dado un primer paso hacia el sentido común. El nuevo Sistema de Financiamiento Solidario (SFS) incorpora muchas de las propuestas que por casi una década han sido planteadas por los expertos, viene a complementar las alternativas de financiamiento hoy existentes y, lo más importante, dará un respiro tanto a las familias como a las instituciones. El reordenamiento del debate que esta iniciativa supone -al reconocer que una cosa es la vulnerabilidad de la familia del estudiante y otra muy distinta es la situación económica del futuro egresado de educación superior- es el mismo que ha llevado en distintos lugares del mundo a establecer como viga estructural del sistema el financiamiento estudiantil por medio de créditos.
Los logros (y la caída) del CAE
Más allá de las críticas, es imposible desconocer el aporte que significó el Crédito con Aval del Estado (CAE), al que ahora el SFS viene a reemplazar. Creado hace más de una década, permitió una histórica expansión de la matrícula de educación superior. A 2017, más de 874 mil personas se habían beneficiado del sistema; de ellos, más de 367 mil eran ya egresados. El 47% de los beneficiarios provenía de colegios particulares subvencionados y el 38% de municipales, lo que demuestra que el CAE fue utilizado básicamente por estudiantes de las capas medias y bajas de la sociedad.
Producto de esta rápida evolución, se hicieron sin embargo evidentes diversos problemas en el modelo: desalineación de los incentivos, contratos de baja sofisticación con la banca y la ausencia de un monitoreo continuo que permitiera la pronta corrección de las fallas. A esto se sumó la falta de información y de educación sobre lo que significaba el sistema y una desatención generalizada por la calidad de la enseñanza. Todo ello contribuyó a que la promesa implícita de que el título universitario garantizaría un incremento relevante en los salarios del egresado no se cumpliera a cabalidad. Así, el fin del CAE no se debe a deficiencias en sus fundamentos, sino a la incapacidad de sucesivos gobiernos para ajustar el sistema de educación superior al logro que significó la masiva expansión de su cobertura.
Increíblemente, la respuesta política a tal desajuste fue la gratuidad, una de las políticas públicas más cuestionadas y regresivas desde el retorno a la democracia, que solo en 2017 significó un presupuesto de US$ 1.200 millones y que generó un déficit en las instituciones por sobre los $17.000 millones ese mismo año.
Puntos de alerta
El SFS viene a corregir el daño. Para los estudiantes, significa una nueva y atractiva fuente de financiamiento. Para los planteles adscritos a la gratuidad, un complemento a lo existente que les da algún margen financiero ante la camisa de fuerza en que se hallan. Y para las instituciones acreditadas fuera de la gratuidad, es una herramienta poderosa para atraer a jóvenes talentosos que no puedan financiar sus estudios con recursos propios.
En cuanto a las diferencias del nuevo crédito respecto del CAE, cabe destacar el esfuerzo del Estado en reducir los años de plazo de las obligaciones (de 20 a 15 años), la extensión del financiamiento hasta 1,5 veces el arancel referencial para los estudiantes del 60% más vulnerable, el compromiso de las instituciones por contribuir con becas o créditos para cubrir la diferencia entre el arancel efectivo y el referencial para este mismo grupo, y la posibilidad de no pago en el evento de tener ingresos por debajo del salario mínimo. Este tipo de consideraciones son las que hoy se discuten en la mayoría de los países con sistemas de educación superior dinámicos. En hora buena Chile se suma a este debate.
Por cierto, aún es necesario esperar el detalle del proyecto de ley para ponderar la magnitud del cambio de paradigma. En particular, no es obvio que la administración de las deudas por parte del Estado sea más eficiente y barata que la realizada por los bancos. Para asegurar esto será esencial blindar a la nueva empresa pública que se haga cargo del sistema con una institucionalidad sólida y con responsables bien definidos, muy en la línea de lo que ocurre en las sociedades anónimas. También preocupa la posibilidad de que los antiguos deudores del CAE o del Fondo Solidario puedan voluntariamente pasarse al nuevo régimen. Esto puede ser extremadamente caro: se estima que el valor de la cartera de deuda que se podría traspasar supera los US$ 4.500 millones. En momentos en que se quiere poner a los niños primero en la fila y cuando el país está tratando de ordenar las cuentas fiscales que dejó la administración anterior, sería inconveniente que el Estado continuase aumentando su gasto en educación superior solo por las presiones políticas, dejando atrás la prioridad de enunciados como el de “los niños primero en la fila”.
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