En sus inicios trabajó como maestro en una escuela pública y en un colegio de educación especial. A Mariano Jabonero, recién nombrado secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la Cultura, le gusta recordar sus orígenes para enfatizar —con entusiasmo— que ha dedicado toda su vida a la educación. También su carrera ha estado vinculada desde hace más de treinta años a Iberoamérica, una región que ha visto cambiar y a la que espera contribuir fomentando la visibilidad de los avances logrados, porque considera que “hay que poner en valor lo que se hace en la región”. Si bien reconoce que la educación tiene que mejorar su calidad, apuesta por un modelo de cooperación entre países en desarrollo en el que puedan intercambiar sus experiencias de éxito.
La importancia de la educación ya no se pone en duda en ningún país de la región. “Es una prioridad que se manifiesta en que la inversión que se hace en educación está por encima de la media mundial”, asegura Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, Madrid, 1953) en entrevista con EL PAÍS. Destaca que en las últimas dos décadas Iberoamérica ha conseguido una cobertura educativa prácticamente del 100% en primaria y básica, aunque entre las tareas pendientes señala mejorar la calidad y la equidad de la educación. “Iberoamérica es la región más rica del mundo y la más desigual del mundo. La diferencia entre ricos y pobres son muy importantes, y la escuela tiene que ver mucho con eso, con la perpetuación de diferencias”, señala el nuevo secretario general.
Para Jabonero un sistema educativo de calidad “es un sistema inclusivo que acoge por igual a todos los alumnos; que cada alumno puede rendir de acuerdo con sus competencias; es un sistema tolerante y en el cual no hay discriminación alguna por razón de etnia o de sexo”. La escuela, considera, debe estar “especialmente vigilante” para que no se alimenten esas diferencias, que en algunos ámbitos como el rural tiene más impacto en las niñas. En este sentido, llama la atención en la necesidad de que esa escolarización casi total comience antes y se extienda también a la educación infantil. En cuanto a la educación básica, cree que el reto que afronta la región es dar a los jóvenes las herramientas para que se desenvuelvan en la sociedad tecnológica del siglo XXI, que cuenten con “las competencias para unos puestos de trabajo que no se conocen todavía”.
La OEI, nació en 1949 para fomentar la cooperación en educación, cultura y ciencia entre los países iberoamericanos, cuenta en la actualidad con 23 Estados miembros, partidarios de colaborar e intercambiar experiencias en estos tres ámbitos. Desde su cargo, que ocupará hasta 2022, buscará acompañar a los Gobiernos en este proceso. “El papel de la OEI nunca es supletorio de los Estados, es complementario, de apoyo, de seguimiento para reforzar políticas públicas, para aportar innovaciones, para intercambiar información, para poner en evidencia las buenas prácticas, para apoyar programas especiales que tengan impacto en la zona”.
Como ejemplo apunta a uno de los proyectos que se ha comprometido a acompañar durante su mandato, una propuesta del Ministerio de Educación de Colombia para promover un programa sobre Cultura de Paz, Ciudadanía, Valores Democráticos y Convivencia. Jabonero destaca que es un trabajo “pionero” que considera puede servir para apoyar a otros países que, aunque no hayan pasado por un conflicto armado, se enfrenten a otros problemas de convivencia y violencia diaria, como sucede en Centroamérica. “Creo que es un tema en el que en toda la región tiene mucho por hacer y por recorrer”.
El secretario general destaca la particularidad de cada país y el beneficio del trabajo de colaboración que “se ha fortalecido en los últimos años”. En el caso de Argentina destacó su papel en los ámbitos de la investigación, ciencia y tecnología; de México, su reforma educativa; de Paraguay los programas de capacitación y trabajo contra el analfabetismo en una sociedad muy rural y con la particularidad del bilingüismo (guaraní-castellano), y de Perú el impulso a la educación técnica, que dio lugar a la creación del instituto IBEROTEC. Convencido del potencial de Iberoamérica, quiere resaltar los logros que se han alcanzado, dentro y fuera. “La obligación por mi parte es que en conjunto la región sepa que se están haciendo cosas valiosas. Y para fuera de la región, poner en valor lo que se está haciendo en la región de dentro hacia fuera”, asegura.
Su larga trayectoria profesional pasa por cargos directivos en el Ministerio de Educación de España y consultorías para organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura(Unesco) y la Organización de Estados Americanos (OEA), entre otros. Ha sido director de la Fundación Santillana y anteriormente ocupó la dirección general de la OEI entre 2003 y 2010. En esta nueva etapa quiere que la institución “se acompase mucho más a una realidad que ha cambiado”.
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