Educación integral, ¿qué significa hoy?
Octubre 15, 2017

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José Joaquín Brunner, 15 de octubre de 2017

Existen dos enfoques que reclaman el mérito de entregar una formación completa: el de “educación liberal” y el que fomenta las llamadas “destrezas del siglo 21”. Enviar Opine 3 Comentarios imprimir agrandar letra achicar letra

José Joaquín Brunner Uno de los más interesantes debates en el ámbito educacional es aquel sobre el ideal formativo que debe prevalecer en las sociedades contemporáneas. ¿Formación general o especializada? ¿Orientada hacia el mundo laboral o hacia la ciudadanía? ¿Guiada por la libertad o la igualdad? ¿Científica o humanista? ¿Definida por saberes o procedimientos?

La respuesta habitual es: uno “y” lo otro. Es decir, una formación integral, completa, que supere las dicotomías planteadas. ¿Es posible? ¿Existen tales enfoques integrados?

Dos aproximaciones educacionales reclaman para sí ese mérito: el enfoque de “destrezas del siglo 21” y de “educación liberal” para el mundo de hoy.

El primero suele rotularse con varios nombres: “nuevas destrezas básicas”, “competencias claves para la vida y el trabajo”, “aprendizaje profundo”, “pensamiento de orden superior”, etc. De acuerdo con una voluminosa literatura especializada, este enfoque envuelve tres dominios de competencias que representan el conjunto de las facultades humanas.

Primero, competencias cognitivas, basadas en la razón y la memoria, articuladas en torno a procesos y estrategias, conocimientos y creatividad. Se manifiestan como habilidades de razonamiento y argumentación, pensamiento crítico, alfabetización digital, innovación y otras.

Segundo, competencias intrapersonales, incluyendo apertura intelectual, ética de trabajo y perseverancia, y autoevaluación positiva. Involucra competencias tales como flexibilidad, apreciación de la diversidad, iniciativa y metacognición (conocimiento de los propios procesos de aprendizaje).

Tercero, competencias interpersonales, donde se encuentran la capacidad para trabajar en equipo y colaborar, y la de liderar. Supone habilidades de comunicación, responsabilidad, manejo y resolución de conflictos, etc.

Su “aprendizaje profundo” habilitaría a las personas (tornándolas competentes) para resolver problemas teóricos y prácticos complejos de la vida cotidiana y la actividad laboral.

Se trata, por ende, de un ideal formativo basado en el concepto de desempeños efectivos, adaptación a circunstancias cambiantes y de gestión de sí mismo y las propias capacidades para rendir en niveles óptimos. Introduce un principio performativo de conducción de la propia vida, que gira en torno a la iniciativa personal, la productividad, la responsabilidad, los resultados, el rendimiento y la justificación del mérito propio por los resultados y las obras. Como entonan los ángeles de Goethe al momento de salvar el alma del Fausto: “A quien siempre aspira y se esfuerza, a ese salvar bien podemos”.

Un segundo enfoque educacional con pretensión integradora es el de la “educación liberal”, llamada así porque históricamente inspiró la educación de los hombres (y muchos siglos después, también de las mujeres) libres. ¿Cómo? Inicialmente, a través de la enseñanza y el aprendizaje de las siete “artes liberales”; tres vinculadas al lenguaje -gramática, retórica, lógica (dialéctica)- y cuatro materias “científicas”: matemáticas, geometría, música y astronomía. Eran las “artes” que cultivaban quienes disponían de tiempo, sin estar sujetos a la esclavitud del trabajo.

A lo largo de los siglos, desde los griegos y romanos pasando por la cristiandad medieval y el humanismo moderno, perdura este ideal educativo reservado para las élites de la sociedad; los herederos de un estilo de vida caracterizado, precisamente, por su inmersión en la “gran” o “mejor” y “más valiosa” cultura (de Occidente).

En los tiempos modernos, esta visión se apoya en la idea de emancipación humana propia de la Ilustración; enfatiza lo intelectual-racional; estimula el escepticismo crítico propio de las ciencias; cultiva la tolerancia; se orienta hacia la igualdad entre los seres humanos (al menos formal-normativa), hacia una ética de la voluntad individual y hacia el conocimiento como un bien en sí mismo. Como alguna vez dijo Kant: siento una sed de conocimiento que me consume y una incesante pasión por avanzar en él, y satisfacción con cada paso adelante.

Como sea que los modernos la conciban, en la “educación liberal” o “general” hay siempre un énfasis en contenidos más que en procedimientos y destrezas. Y el deseo de mantener vivo el diálogo entre ciencias naturales, sociales y filosofía. Con tal fin podrá apelar a un corpus de textos canónicos (la tradición de los great books ), o a la enseñanza de los modos fundamentales de argumentar de las disciplinas académicas, o al modelo del liberal arts college de los EE.UU., o bien, al arquetipo de la persona cultivada o bien educada que en la figura del gentleman expresa una manera virtuosa de ser que Max Weber contrasta con la figura del especialista.

En fin, así como el enfoque de “destrezas del siglo 21” expresa el principio formativo del desempeño, la adaptación y la productividad, la moderna “educación liberal” representa una elevada filiación cultural que hace posible a las personas llevar vidas autoexaminadas, socráticamente reflexivas. En este enfoque, el ideal formativo no son destrezas para un desempeño óptimo, sino autocultivo, donde la educación es el medio y la cultura el fin; en suma, una excelencia reflexiva. De allí que “debemos considerar a los que desprecian la educación y la cultura tan odiosos como los que se rebelan contra los dioses”, según escribió el filósofo griego Isócrates en el siglo IV a.C.

Más adelante será interesante explorar si acaso los principios formativos que aquí hemos ponderado -“destrezas del siglo 21” y “educación liberal” moderna- pueden conciliarse, y cómo, en los sistemas educacionales de sociedades capitalistas democráticas.

“Así como el enfoque de “destrezas del siglo 21” expresa el principio formativo del desempeño, la adaptación y la productividad, la moderna “educación liberal” representa una elevada filiación cultural que hace posible a las personas llevar vidas autoexaminadas, socráticamente reflexivas”

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