Valiosa evidencia empírica sobre los resultados de la aplicación de las políticas públicas en la educación superior chilena, entrega el estudio presentado por Claudio Ruff, rector de la Universidad Bernardo O’Higgins, en el 60º Congreso de la AIELF (L’Association Internationale des Economistes de Langue Française), que se realizó desde el 23 al 25 de mayo de 2017 en Poznań, Polonia.
El estudio, titulado “Impacto social, a partir de una política de financiamiento mixto en educación superior, el caso de Chile”, se centra en la pertinencia del subsidio a la demanda, explicando los importantes cambios que ha experimentado la educación superior chilena en los últimos 25 años. Ruff menciona el aumento del financiamiento a la demanda y el incremento de la cobertura, como factores que han facilitado el acceso a la educación, de los quintiles más vulnerables.
Los resultados, dice Ruff, permiten apreciar cómo, por una parte, el sistema de financiamiento mixto, estatal y privado, y la combinación de subsidios a la oferta y la demanda por otra, han generado resultados paradigmáticos para un país en vías de desarrollo como Chile al incrementar la cobertura, especialmente, desde el año 2003, en los quintiles socioeconómicos más desfavorecidos (I y II) en más de 7 y 5 veces respectivamente.
Señala Ruff que al 2015 se alcanzan tasas por sobre el 34,2% y 41,2% en cada uno de ellos y que, al analizar los resultados que se desprenden a partir del Coeficiente de desigualdad de Gini para nuestras variables, “se evidencia una reducción significativa y tendencial de la desigualdad en la Educación Superior, tanto en el nivel de cobertura, como en financiamiento, los cuales pueden ser correlacionados con la mejora en la distribución de ingresos que ha tenido Chile en los últimos años y que se verifica con el índice Gini estimado para los países OCDE y los que se desprenden de la encuesta CASEN en Chile”, afirma Claudio Ruff.
En las conclusiones Ruff explica que “ante la discusión ideológica que señala que se debe, preminentemente, subsidiar financieramente la oferta (a las instituciones) por sobre la demanda (a los estudiantes), los resultados en Chile, y comparados con otros países latinoamericanos, muestran exactamente lo contrario. La evidencia señala de manera taxativa que, en cuanto a cobertura y acceso en los quintiles I y II, Chile más que duplica a Venezuela y Argentina que subsidian hegemónicamente la oferta por la vía de la gratuidad”.
Por último, concluye que “el tema del financiamiento del sistema de Educación Superior, debe abordarse con una mirada holística, crítica e integradora de todos sus componentes y que la gratuidad universal no debe ser un tema prioritario, sino más bien, los esfuerzos deben dirigirse a fortalecer otras importantes áreas del contexto universitario como, por ejemplo, la investigación, elemento fundamental, no solo para el desarrollo de las universidades, sino, del país y la sociedad en general”.
Finalmente, se refiere al hecho que cada vez más los estados a nivel global enfrentan una mayor y creciente demanda en Educación Superior mientras los recursos fiscales, proporcionalmente, son exiguos. La disyuntiva, dice, es ver cómo financiar esta demanda y definir cuáles son las herramientas más eficaces y eficientes que conducen a disminuir las brechas de desigualdad, logrando, de esta forma, que los quintiles más desfavorecidos mejoren sus niveles de cobertura.
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