Gabriel Salazar: “La gratuidad ha sido un golpe casi mortal a la educación pública”
Junio 8, 2017

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Miércoles 7 de junio de 2017
Sobre el Proceso Constituyente, asegura que la Presidenta lo organizó para responder una demanda general, como quien organiza una actividad de juego en un jardín infantil.

Por estos días, Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, ha seguido analizando con una mirada crítica los anuncios dados a conocer la semana pasada por la Presidenta Michelle Bachelet en su última Cuenta Pública. Una de esas materias es la llamada gratuidad universitaria, tema que, lejos de generar tranquilidad para las familias y los alumnos, los angustia más, considerando que son miles los jóvenes y sus apoderados que están endeudados en millones con la banca y tienen claro que la mochila cada vez pesa más, y que cuando egresen en el caso de quienes lo consigan, esa carga la arrastrarán por años. ¡Una pesadilla, más que un respiro!

Hay que recordar, en este sentido, que frente a la promesa de campaña y que, sin duda, sirvió a la Nueva Mayoría para captar votos y conseguir que Bachelet llegara, por segunda vez a La Moneda, a poco tiempo de que se ponga término a la administración oficialista, no hay un sistema formal de implementación de la gratuidad universitaria y hasta se han tenido que aprobar glosas y medidas excepcionales para poder dar cumplimiento a esa promesa, más parecida a un eslogan, a estas alturas.

En un artículo publicado, precisamente, por EL MURO el 1 de junio de este año, se indicó en forma textual que “la supuesta gratuidad universal a la que aspira la Mandataria sólo llegará a 257.000 alumnos al final de su gobierno, es decir, alcanza apenas el 20% de su compromiso, sin hacerse cargo de que según la última encuesta Adimark, el 68% de los chilenos reprueba su gestión en Educación”.

Sobre la gratuidad universitaria, el historiador Gabriel Salazar en conversación con este diario electrónico plantea que “la consigna que levantaron los estudiantes de gratuidad universal y que el segundo gobierno de la Presidenta (Michelle) Bachelet acogió como parte de su programa, evidentemente, era una consigna utópica, exagerada, ideológica, porque lo más pragmático, lo más realista habría sido invertir todos los recursos del Estado en desarrollar la educación pública y, ahí, establecer la gratuidad y dejar que la educación privada entregara sus propios recursos, de acuerdo a sus capacidades”.

Agrega que “habría sido mucho más razonable invertir todo en el desarrollo de la educación pública y a través de ésta mejorar la calidad y, al mismo tiempo, generar la gratuidad y que la educación privada se rasque con sus uñas, que tienen muchas, ¡para qué estamos con cuentos! Hay grandes empresas apoyando a una serie de universidades, de colegios y órdenes religiosas también”.

Para Gabriel Salazar, “asumir la gratuidad total en toda la educación tenía un costo gigantesco que se ha traducido, en la práctica, en que la educación pública ha sido perjudicada, por estas políticas y por estas reformas y uno lo está viendo día a día. Yo estoy viendo cómo los colegios municipales, los colegios públicos, en general, tienen cada vez menos recursos, están perdiendo alumnos, no se invierte en ellos para renovarlos y, más encima, reciben una terrible campaña crítica de parte de la prensa de centro derecha. Además, se recargan los resultados existentes en la educación, a través de las pruebas universales internacionales que se aplican al profesorado y al profesorado se le echa toda la culpa de que la educación general no se desarrolle, no se despliegue”.

Salazar, en forma enfática, advierte que “tenemos todo un sistema educativo convulso, con una educación pública que ha decrecido a un nivel histórico no conocido. Nunca en nuestra historia, la educación privada había estado tan por encima de la educación pública. Decir que la gratuidad ha sido una gran conquista de este gobierno, ideológicamente podríamos decir sí, intentó hacerlo, pero en la práctica, ha sido un golpe casi mortal a la educación pública y ése es un crimen cultural de marca mayor”.

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