“El 65% de los alumnos actuales de primaria van a estudiar carreras para puestos de trabajo que no existirán”. Lo acaba de decir Helena Herrero, cabeza de HP en España, en el Mobile World Congress Barcelona, el pasado 28 de febrero. También la prestigiosa consultora Randstad, en septiembre de 2016, aseguró: “La mayoría (el 65%) de los miembros de la llamada Generación Z [los nacidos a partir de 1990] trabajarán en puestos de nueva creación, relacionados todos ellos con la tecnología y las ciencias”. La frase no es ni de Herrero ni de Randstad. En cualquier espacio que combine educación, tecnología y empresas los expertos utilizan este porcentaje como un mantra. Pero, ¿quién lo ha calculado?
Según un informe de Microsoft, de agosto de 2016, “el 65% de los estudiantes de hoy en día ejercerán trabajos que ni siquiera existen, como guía espacial o diseñador del cuerpo humano”. De nuevo, la misma cifra. Pero ya se había adelantado César Alierta, en enero del mismo año, cuando todavía era presidente de Telefónica, al afirmar: “El 65% de los estudiantes de primaria trabajará dentro de 10 o 15 años en profesiones que todavía ni existen”, ligadas al mundo digital.
Para quienes echen de menos algún gurú tecnológico, se han sumado al porcentaje del 65% el presidente de SPS (Success Performance Solutions), Ira S. Wolfe; el fundador de US Robotics, Paul Collard; el parlamentario laborista y ministro de Educación en la sombra Pat Jarvis, en 2011, y Zach Klein, cofundador de Vimeo y CEO de DIY.org. Aunque nada con tanto glamour como el Foro Económico Mundial de Davos. Adivinen qué concluyó en su informe de 2016 The Future oj Jobs (El futuro de los trabajos)… “El 65% de los niños que entran hoy a la escuela primaria terminarán trabajando en empleos de tipo enteramente nuevo, que no existen todavía”. Pero hay algo inquietante…
Lo de menos es la inestabilidad del porcentaje. Suele ser del 65%, aunque ocasionalmente sube al 75% o desciende al 60%. Tampoco está demasiado claro qué es lo que cambia: los empleos, según alguna afirmación, las carreras -¿académicas o profesionales, de estudio o de trabajo?- o las profesiones. También nos queda la duda de a qué estudiantes afecta: si a los de primaria, a los que acaban de empezar, a los estudiantes en general, a los maduritos o a los que ya habrían podido terminar sus estudios (los nacidos en 1990).
Esta masiva confluencia de los expertos educativos, empresariales y tecnológicos resulta impresionante. Pero, ¿dónde están las fuentes? La mayoría de nuestros divulgadores ni siquiera aluden a ellas. El informe profético del Foro de Davos se limita a indicar que se trata de una estimación difundida; Collard aludía a “una estadística del gobierno británico”; fuentes habitualmente mejor informadas como Wolfe, Ortega, o Ranstad lo atribuyen a “un informe” del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, aunque sin indicar ni cuál ni dónde encontrarlo. El BBVA, Klein y Virginia Heffernan, en su blog en The New York Times, lo atribuye a Cathy Davidson. Y aquí empezamos a ver por fin la luz.
El 65% de los estudiantes de primaria trabajará dentro de 10 o 15 años en profesiones que todavía ni existen
CÉSAR ALIERTA
Efectivamente, es Cathy N. Davidson, quien así lo afirma en su libro Now You See It: How the Brain Science of Attention will Transform the Way We Live, Work, and Learn (Ahora lo ves: Cómo la ciencia cerebral de la atención transformará cómo vivimos, trabajamos y aprendemos). No hablamos de cualquier libro ni de cualquier persona: lo leí en su día y debo decir que me pareció, y me sigue pareciendo, muy bueno en general. Davidson es una muy competente profesora de Humanidades volcada sobre el mundo digital: es profesora en la Duke University, codirectora de la organización sobre innovación en modos de aprendizaje HASTAC y patrona de las fundaciones McArthur y Mozilla. Pero aunque eso refuerce el interés de sus opiniones no le da, como habría dicho Patrick D. Moynihan, derecho a tener sus propios hechos. El caso es que Davidson lo dice blanco sobre negro: “El 65% de los niños que entran este año en la escuela elemental terminará trabajando en carreras que todavía no han sido inventadas”. Adelanta también que es “según una estimación” pero, a diferencia del Foro de Davos, no dice que esté muy extendida sino que remite a un informe del Departamento de Trabajo de EE UU Futurework: Trends and Challenges for Work in the 21st Century.
En realidad, Davidson toma la referencia de una entrada titulada The Changing Workplace (El cambiente lugar de trabajo) en la web de Family Education, aunque, en un exceso de confianza en sí misma y en su fuente inmediata, remite a quien lo desee a la fuente original. El problema es que la presunta fuente original, el informe del Departamento de Trabajo de EE UU, efectivamente existe, pero en ningún momento dice lo que dicen que dice. Lo más parecido que puede uno encontrar es una alusión a la rápida obsolescencia de los empleos o las competencias más recientes, como las informáticas (en la página 2). La página de Family Education a la que alude Davidson, está, por cierto, ilustrada con incontables teleñecos y fotografías de niños, y se define como “tu compañera en el ejercicio de ser padres”. En fin…
Es verdad que Davidson tampoco fue la primera en arrojar el porcentaje del 65%, pero probablemente sí quien aportó un primer marchamo académico a tan infundada información, con la ayuda inefable de la periodista V. Heffernan (que escribe “sobre cultura digital y pop”) y del Foro de Davos y su informe -¿cómo puede tamaña institución basar una afirmación así en “una estimación muy extendida”?-.
Está claro que en la sociedad de la información no siempre brilla el conocimiento, ni siquiera donde más se lo presume. De ahí la importancia de la educación y el aprendizaje.
Texto publicado en Cuaderno de Campo.
0 Comments