Ex ministro Sergio Bitar: “Hay que ir gradualmente y con más cuidado en la expansión de la gratuidad… se puede desprestigiar”
“El Gobierno tiene que bajar sus expectativas”, dice Sergio Bitar (PPD), quien fue ministro de Educación durante el mandato de Ricardo Lagos, al analizar las razones y consecuencias de que el Ministerio de Educación se haya atrasado en el pago de los recursos de la gratuidad durante los meses de julio y agosto a 27 universidades. Este hecho fue denunciado el jueves por el Consejo de Rectores (CRUCh) y de inmediato la jefa de División de Educación Superior (Divesup), Alejandra Contreras, aseguró que se realizaban las gestiones para efectuar los pagos “lo antes posible”.
Bitar en los últimos dos años advirtió en varias entrevistas que con los recursos que existen “sólo alcanza para financiar en un 50% la gratuidad universal”. “En términos de política hay que poner los pies sobre la tierra”, advirtió quien fue parte de los Consejos Consultivos para la Reforma en Educación Superior creados por la ministra Adriana Delpiano.
“La tradición chilena es que el ministerio de Hacienda, que es de ahí donde salen los recursos, cuando se compromete con una tarea, tiene los fondos, es muy raro que se posterguen. Es posible que se trate de exigencias para que el financiamiento esté aprobado por la Contraloría cuando se realice. También puede ser que se necesite que todos los datos de los alumnos que gozan de esta gratuidad estén perfectamente ordenados y es probable que haya ahí un déficit en la capacidad de recopilar información. Pero si hacen las cosas bien debe estar arreglado la próxima semana, antes del fin del mes”, considera Bitar.
-¿Cómo evalúa esta situación?
-En todas las áreas se está viendo un tema de caja que va a incidir. El punto es que en este sector de la educación superior, la gratuidad va estableciendo una dependencia de los ingresos de las universidades respecto al fisco mayores y, por lo tanto, esa política tiene que ir acompañada de mucha rigurosidad respecto de la caja fiscal. Tenemos que asegurar un sistema que le dé autonomía a las universidades en cuanto a sus ingresos, por lo menos de una parte relevante para que puedan desenvolverse y no depender de los ciclos del financiamiento fiscal únicamente.
Creo que esta experiencia de este retraso también está poniendo en alerta a las universidades del Estado, porque el paralelo de otras universidades de América Latina, cuando el financiamiento viene todo del sector público directo a la vena, las reducciones por lento crecimiento tienen un efecto que dificulta la planificación y por lo tanto el rendimiento universitario. En el pasado, el problema era similar. Ahora, en la medida que esos mecanismos están más en la mano del estudiante o de la escuela o de la universidad, pasan a depender centralmente del Estado y esto aumenta la vulnerabilidad. Conclusión principal: hay que ir gradualmente y con más cuidado en la expansión de la gratuidad y esta tiene que hacerse con la máxima seguridad de financiamiento para que se pueda operar en las universidades, ya que se puede desprestigiar el concepto de gratuidad.
-¿Pero existe realmente la liquidez para financiar esta gratuidad en estos momentos?
-Hay una mayor estrechez, pero el país va a crecer igual y va estar entre los primeros diez de América Latina en tasa de crecimiento, así con 1,5 o 1,7. Ahora, es preferible apretarse y tener las cuentas en orden. Creo que ese es un gran activo económico político chileno y en eso todos tenemos que respaldar, lo importante es que haya sincronización entre las reformas, las expectativas y los financiamientos. Y creo en lo particular que esto tiene que llevarnos a revisar bien las cuentas del 2017, porque en la medida que ingresen al menos 100 mil alumnos más a la gratuidad, la demanda de recursos de gratuidad va a ser todavía más alta y entonces no se puede, no todas las instituciones tienen capacidad de endeudamiento. Esos son los baches.
-¿El atraso en el pago a las universidad afecta la imagen de la gratuidad?
-Creo que la reforma si uno la separa de los modos en como se ha ido aplicando, tienen un respaldo ciudadano alto, la ciudadanía quiere que los jóvenes de menores ingresos puedan tener acceso. Pero, en la medida en que las formas de implementar resultan poco rigurosas, no bien calculadas o se crean expectativas entre los jóvenes y las familias más altas de las que es posible aplicar, que es lo que ocurrió en 2014 y en 2015, con el entusiasmo originario, se escuchaba poco a los que advertíamos los problemas, eso naturalmente opaca el sentido de la reforma. Yo espero que, como ha dicho la Presidenta, se dedique más ahora a las terminaciones del edificio y por lo tanto coloquen a la mejor gente para cumplir bien la tarea, que se coordinen bien para no ampliar ahora más la gratuidad en una proporción que también resulte impaga en la fase actual. Más vale demorarse dos años o tres años, y hacerlo bien, que hacerlo en dos o tres años, porque no lo hiciste cuando pudiste.
FOTO:SEBASTIAN RODRIGUEZ/AGENCIAUNO
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