Rector UCH sobre la coyuntura de la educación superior
Noviembre 30, 2015
ENNIO VIVALDI RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

“El sistema educativo chileno está distorsionado”

El rector es una de las principales voces en el debate público sobre la reforma que en 2016 se enfocará en el financiamiento de las instituciones de educación superior

Ennio Vivaldi en la Universidad de Chile / SEBASTIÁN UTRERAS

El debate sobre la educación no ha cesado en Chile desde que en 2011, en el Gobierno de Sebastián Piñera, los estudiantes encabezaron incesantes protestas. La enseñanza de los niños y jóvenes chilenos pasó a ser un asunto de interés ciudadano y marcó las elecciones presidenciales de 2013, que Michelle Bachelet ganó con la promesa de educación pública gratuita y de calidad. “En estos años ha habido una toma de conciencia de una situación dramática. Incluso hasta se ha anotado un enriquecimiento del léxico en la discusión de educación”, relata Ennio Vivaldi, el rector de la Universidad de Chile, la pública más importante y antigua del país.

Desde que Bachelet llegó por segunda vez a La Moneda en marzo de 2014, sin embargo, al Gobierno socialista no le ha sido fácil llevar adelante una reforma compleja y ambiciosa que pretende cambiar las bases del modelo educativo chileno, marcado por la fuerte presencia del sector privado desde la dictadura (1973-1990). Uno de los aspectos controvertidos es la educación superior gratuita, para los estudiantes ricos y pobres, que Bachelet ha comprometido para 2020. A juicio de sus críticos, es injusto focalizar los recursos limitados en quienes no lo necesitan. No piensa lo mismo Vivaldi, que defiende la gratuidad universal: “Tiene que ver con el compromiso que la persona siente con el Estado”, reflexiona este médico que conoció a la presidenta en la Facultad de Medicina, cuando fueron novios mientras militaban en la Juventud Socialista.

El rector de la Universidad de Chile, una casa de estudios de 173 años, laica y pluralista, estrechamente ligada al nacimiento de la República y de la Nación, es una de las principales voces en el debate público sobre la reforma, que en 2016 se enfocará en el financiamiento de las instituciones de educación superior. Especialista en trastornos del sueño con postgrados en Escuela Médica de Harvard y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, piensa que el Estado no debería financiar instituciones que no garanticen calidad de enseñanza a sus estudiantes. Y defiende el sentido de lo público: “En este país está legitimada una pregunta que no se entendería en ninguna parte. ¿Por qué el Estado no le da el mismo dinero a las universidades estatales y a las privadas?”.

Pregunta. Porque al sistema privado en Chile no asisten solo estudiantes ricos…

Respuesta. Con la disculpa de que asisten jóvenes de nivel socioeconómico bajo a cualquiera de los dos sistemas, existen personas que piensan que el Estado está obligado a pagarle a los privados como le paga a los públicos. El concepto de lo privado es generar una alternativa, siempre y cuando el sistema público tenga una calidad aceptable, buena, muy buena o excelente. Si el agua potable es buena ¿para que voy a comprar agua envasada? Si compro agua envasada es porque me ofrece algo distinto que yo valoro. El problema se produce cuando obligas a tomar agua envasada y para el productor de agua envasada es un buen negocio que sea mala el agua potable. Y eso es lo que pasó en Chile: total indiferencia con la educación pública. El sistema educativo chileno está distorsionado.

P. En Chile se da la rareza de que se paga por asistir a las universidades públicas.

R. Nadie cree que en Chile los estudiantes de universidades públicas tienen que pagar. Hay estudios internacionales que dicen que en Chile el 100% de la educación universitaria es privada. Y tienen toda la razón.

P. ¿Cómo funcionaba la educación pública antes del Golpe de Estado?

R. Inspirada en el modelo francés, la educación pública era una instancia de identidad nacional y de cohesión social importante. Convergían sectores políticos y sociales distintos y, en ese sentido, era un espacio de oportunidad y justicia social reparador.

P. Pero hace cuatro décadas el acceso era limitado, sobre todo a la educación superior.

R. Sucedió en toda América Latina: la expansión de la matrícula universitaria. En el caso chileno hubo una decisión en los 80, que se consagró en los 90, de sustentar la mayor cobertura a través de las universidades privadas, no siempre resguardando la calidad. Actualmente, solo el 15% de los estudiantes de educación superior asisten a instituciones estatales. La dictadura impuso una forma absolutamente extrema de una visión de mercado aplicada a la universidad. Pero las universidades tienen funciones que tienen poco o nada que ver con una visión tan extremista del mercado como la que se implantó en Chile.

P. ¿Qué situaciones observa?

R. La organización de la educación en general y la universitaria en particular no funciona. Tenemos mucha gente endeudada, universidades cuya calidad no podemos garantizar y traspasos increíbles de dineros públicos al sector privado: 1500 millones de dólares. Un estudio indica que para el 40% de los jóvenes, hubiese sido mucho mejor no haber nunca pisado una universidad desde un punto comercial. Porque o no terminaron la carrera, no le sirvió de nada el título o están haciendo cosas que no tienen nada que ver con sus estudios y pagan por una educación que no les sirvió.

P. ¿Existe desregulación?

R. El grado de desregulación es ridículo. En Chile se dice que es más difícil abrir una botillería que una universidad.

La propuesta de gratuidad

El rector de la Universidad de Chile señala que pueden tener razón los críticos que señalan, por ejemplo, que la reforma educativa de Bachelet debió arrancar por el fortalecimiento de la educación pública o el sistema preescolar. “Yo no sé por qué el Gobierno tomó las medidas que tomó pero, en todo caso, es la primera vez que se intenta hacer algo”. Vivaldi señala que “si uno es razonablemente suspicaz y escéptico, podría pensar que hay quienes están interesados en que aquí no cambie nada. Y sea lo que sea que se proponga, se objetará”. Reconoce, sin embargo, que el Ejecutivo se enredó con la propuesta de gratuidad: “Uno sospecha que en un sistema tan revuelto como el chileno podría haber una intencionalidad de abuenarse con los estudiantes, que estaban tan enojados, y concederles su petición central. Pero eso finalmente plantea un problema con el financiamiento”, dice el rector.

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