A menos de 24 horas que se procediera a la entrega de la Casa Central por parte de la Federación de Estudiantes de la Universidad, instancia que la mantuvo en toma durante cinco (5) semanas, encontramos un panorama que, guardando las proporciones, no se observaba desde el 11 de septiembre de 1973, día del golpe militar. Toda la tradición histórica de nuestra Institución relacionada con la Casa Central, lugar donde trabajó, por ejemplo, el Rector Enrique Kirberg, fue denigrado y violentado tanto en la intimidad de los funcionarios y funcionarias que aquí trabajan, como en su infraestructura.
A raíz de la “toma” y merced de una acción delictiva se descerrajaron cajones y anaqueles donde se guardaban efectos personales. También se destruyeron y sustrajeron archivos y documentación propia de la Universidad, como certificados de títulos y diplomas de grado que quedaron inutilizados; una gran cantidad de computadores, impresoras y notebooks, scanners y otros fueron intervenidos, desarmados, dañados o robados.
En lo que respecta a los daños físicos a la infraestructura, éstos son cuantiosos puesto que varias puertas fueron arrancadas de cuajo, así como vidrios de puertas, mesas, escritorios y sillones, totalmente destruidos.
A raíz de estos gravísimos daños es que interpelo a la Federación de Estudiantes para que se responsabilice de lo ocurrido y repudie -de la manera más enérgica- este tipo de acciones que nada tienen que ver con las demandas y petitorio presentados durante la movilización estudiantil, respaldando las acciones legales y disciplinarias ante los ilícitos cometidos.
Al ver la destrucción ocasionada al patrimonio, la desazón y el dolor de los funcionarios violentados en su intimidad por esta acción, cabe preguntarse si esto tiene algo que ver con la participación y la democratización por la que han alzado sus voces. ¿De este modo esperan hacerse escuchar?; ¿de esta manera, quieren decidir los destinos de nuestra Institución?
Como Autoridad Máxima de esta Institución de Educación Superior del Estado tengo el deber de ejercer las acciones disciplinarias, civiles, penales y administrativas que correspondan para el resguardo del patrimonio universitario, conforme a las disposiciones legales y reglamentarias vigentes.
Al finalizar, hago llegar mi apoyo a todos los funcionarios y funcionarias, a las trabajadoras de empresas externas, afectados/as por este vandalismo, muy alejado del espíritu universitario. Vayan para todos ellos(as) mis disculpas por lo sufrido y espero que este triste episodio de carácter delictual no se repita nunca más, en nuestra querida Universidad.
Dr. Juan Manuel Zolezzi
Rector
Santiago, 21 de septiembre de 2015
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