“En España no sobran universidades, pero todas tienden a ser iguales”
La ‘número dos’ del ministerio defiende en esta entrevista el cambio universitario contra el que se han rebelado los rectores
Monsterrat Gomendio (Madrid, 1960) tiene muchas ganas de explicarse. En las dos últimas semanas ha estallado un nuevo conflicto con los rectores por el cambio que permite cursar carreras más cortas en las universidades españolas. La secretaria de Estado de Educación defiende con empeño un modelo que la mayoría de los campus prevén postergar dos años. Abre la puerta a una revisión de la financiación universitaria y presume de un modelo de becas que supone la mayor caída porcentual de lo que recibe el alumno en casi dos décadas.
Pregunta. ¿Por qué es tan polémica su propuesta universitaria?
Respuesta. Solo en los tiempos. Hay acuerdo unánime en el contenido. El modelo actual se puso en marcha en contra de los rectores, que entendieron que hacía falta un sistema flexible para converger con Europa. Manifestaron su preocupación porque querían decidir cuándo empezar y se aprobó un real decreto sin plazos.
P. El Consejo de Estado y 10 comunidades también piden una moratoria y ustedes lo ven urgente. ¿Se sienten desautorizados?
R. No entendemos por qué piden una moratoria si cada una puede hacerlo cuando quiera. Tenemos un problema importante de falta de reconocimiento de títulos y de baja internacionalización. Las comparativas internacionales evidencian que nuestro modelo de cuatro años, lejos de mejorar la formación, produce alumnos peores.
P. Los primeros titulados del plan salen ahora. ¿Qué han revisado esos informes?
R. Hay una evaluación muy reciente con Empleo que muestra una empleabilidad muy baja.
P. Pero ese estudio escoge una selección de alumnos de 2010, cuando solo una minoría estudió con el plan que quieren cambiar.
R. Pero sabemos que las universidades comprimieron los cinco años de licenciatura en cuatro, en lugar de modernizar el programa de estudios. Así que no vemos mucha diferencia; el desempleo es más alto que en Europa.
P. El desempleo juvenil es aún más alto entre los no universitarios. Influyen otros elementos.
R. Cierto. Pero mientras aquí un estudiante con la ESO tiene un nivel de desempleo dos veces superior a la media de la OCDE, en un universitario es tres veces más alto. El grado universitario no proporciona las mismas ventajas en mejora de empleabilidad.
P. Los rectores defienden que el modelo actual es el generalizado en EE UU y América Latina.
R. España pertenece al Espacio Europeo de Educación Superior. Y en ese marco, la elección es converger y equipararnos al nivel de calidad de Reino Unido, Alemania, Italia o Francia, o quedar aislados con Armenia, Chipre o Georgia. Estados Unidos tiene una estructura muy diferente, porque hay un año de preparación parecido al antiguo COU que se contabiliza como el primero. El sistema actual nos aisló de Europa.
P. ¿Cómo es que uno de los países que más alumnos Erasmus recibe y envía está aislado?
R. El nivel de estudiantes internacionales se sitúa en el 4%. Si no tenemos en cuenta Erasmus, es bajísimo y en los profesores, casi inexistente. Aquí se trabaja con la idea de que las licenciaturas eran de cinco años y que, si se pasó a un sistema de cuatro más uno de máster, ahora hay que ir a uno de tres más dos de máster. Y en esa lógica nos hemos quedado petrificados. España tiene un sistema monolítico en el que todas las universidades tienen una regla uniforme y todas pretenden ser generalistas; es lo que deteriora la calidad. En los sistemas más flexibles, los campus toman la decisión de especializarse. Aquí lo que se hizo de una forma muy simplista fue comprimir los planes de estudios. Pasamos de un catálogo de 140 títulos a uno que supone más de 2.500 grados y 3.500 másteres.
P. Si cada universidad opta por un modelo, el catálogo será aún más amplio y confuso.
R. No vamos a ir a más grados. Ya se conocen algunas de las titulaciones que podrían proponer universidades catalanas para el próximo curso: Ciencias del Mar, Diseño Digital… Estudios que antes eran de especialización. Los alumnos saldrán más preparados si las universidades modernizan los grados de tres años. Solo el 20% acceden a máster.
P. ¿No se ha planteado el ministerio revisar los precios? Un año de máster cuesta, de media, el doble que uno de grado.
R. Porque hay comunidades autónomas en polos extremos. Las dos únicas que han llegado al tope del coste real son Madrid y Cataluña y esta última ha dicho que mantendrá los precios cuando ponga grados de tres años.
P. Le pregunto si el ministerio va a incluir algún mecanismo para intentar que el cuarto año se pague igual, sea grado o máster.
R. No nos hemos planteado rebajar los precios. La decisión corresponde a las comunidades autónomas. No es cierto que la reducción vaya equiparada al aumento de los másteres. En la mayoría de los casos, los alumnos europeos que estudian un máster han pasado más de dos años en el mercado laboral y pueden costearlo con sus propios ingresos.
P. Los rectores pidieron también tiempo para poder explicar todos estos cambios
R. Es injusto, porque llevamos dos años dialogando con ellos. Podrían haber iniciado un ejercicio de pedagogía y admitir que es el modelo adecuado. Es legítimo el desacuerdo, pero no que se deforme la realidad, como el comentario de rectores y sindicatos de que es un recorte encubierto.
P. Fue Hacienda la que incluyó en un documento para su debate con las comunidades los grados de tres años como una medida de ahorro. Y tampoco se ajusta a la realidad su estimación de 150 millones de ahorro para las familias. Solo ocurriría si todas las carreras fuesen más cortas.
R. Siempre hemos dicho que es el escenario de máximo impacto. Fue en respuesta a la primera crítica de que la medida iba a impedir que los estudiantes de entornos desfavorecidos culminasen sus estudios.
P. ¿Las universidades perderán fondos?
R. Solo si seguimos con un modelo donde la financiación está relacionada casi exclusivamente con el número de alumnos. Hemos planteado, sin llegar a un acuerdo, que parte del dinero se ligue a resultados.
P. ¿Sobran universidades en España?
R. No, pero hay 82, más de 200 campus y millón y medio de estudiantes. El problema es la tendencia a la uniformidad, todas tienden a ser iguales con las mismas titulaciones. El 50% de las titulaciones tienen menos de 75 alumnos. Eso obliga a un ejercicio de racionalización. Tras una autoevaluación o una evaluación externa, si lo permiten, deberían basarse en sus fortalezas. Así habrá más diversidad de oferta y los estudiantes serán más selectivos, mirarán la calidad, las tasas, la empleabilidad. Olvidarán la universidad de al lado de casa y elegirán por otros criterios.
P. Pero la cuantía de las becas que les permitirían moverse han bajado sustancialmente. ¿Admite algún tipo de error en su modelo?
R. Creo que el cambio ha sido positivo, el presupuesto es el más alto de la historia. Tenemos más becarios que nunca.
P. Pero cobran mucho menos
R. Mucho menos no. Hemos superado el 20% de becados en la universidad, inédito en el panorama europeo. Y, además, prácticamente todas las comunidades han compensado esas ayudas. Nunca ha habido mejor rendimiento. Se nos criticó que sería excluyente por subir a 5,5 la nota para las tasas gratuitas y a 6,5 para el resto de ayuda. Pero el porcentaje de los que la pierden por no cumplir los requisitos académicos es más bajo que nunca.
P. El PSOE ofrece un pacto de Estado en Educación, pero fue uno de los partidos que dijo que derogaría la LOMCE si llega al Gobierno.
R. Entiendo que si Pedro Sánchez lo plantea ahora es porque ha habido un cambio de actitud y asume la reforma. Hasta ahora defendían que no era necesaria y no entraban a debatir ningún aspecto concreto.
P. ¿Por qué el ministro de Educación es otra vez el peor valorado en la encuesta del CIS?
R. Porque hemos hecho una labor muy difícil y asumíamos el coste desde el principio.
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