Información o manipulación
El “Panorama de la Educación 2014”, recién entregado por la OCDE, es un valioso informe anual de estadística educacional comparada que hay que aprovechar para afinar el análisis de nuestro sistema educacional y las propuestas de reforma, pero evitar su uso abusivo.
José Joaquín Brunner
Un fenómeno poco comentado es el frecuente uso de la estadística educativa internacional para establecer comparaciones espurias, inventar rankings inútiles y ofrecer interpretaciones sesgadas. Estos malos usos suelen llevar a diagnósticos equivocados, políticas fracasadas, debates alienados o a una opinión pública confundida.
Ahora mismo conviene poner atención pues hace unos pocos días la OCDE dio a conocer el “Panorama de la Educación 2014”, un valioso informe anual de estadística educacional comparada. Hay que evitar su uso abusivo y, al contrario, aprovecharlo para afinar el análisis de nuestro sistema educacional y las propuestas de reforma.
¿Qué nos dice este informe sobre la educación chilena?
Partamos por el rendimiento del sistema: dentro del grupo de 25 a 34 años de edad, un 77% posee educación secundaria completa, en comparación con solo un 38% en la generación de los padres. En el promedio de los países de la OCDE, la cifra se empina hasta un 82% de los jóvenes adultos. En este aspecto crucial, entonces, Chile progresa: no solo se halla la generación actual a la cabeza de América Latina, sino que se acerca (cuantitativamente) al estándar OCDE. Es equivocado, por lo mismo, insistir en que nuestro sistema estaría estancado o en crisis.
Enseguida, ¿cuáles son las oportunidades de aprendizaje, estudio y formación que ofrece el sistema a lo largo de la vida de las personas?
Tempranamente, a los 3 y 4 años de edad, un 62% de nuestros niños participa en un proceso de educación formal, comparado con un 76% en el promedio de los países de la OCDE. A los tres años, sin embargo, la participación es todavía limitada y favorece a los hijos de familias con mayores ventajas. Además, sabemos por investigaciones locales que la calidad de la atención es pobre y el tiempo dedicado al desarrollo del lenguaje de los niños, escaso. En consecuencia, aquí debiéramos poner un foco prioritario de la reforma.
En el grupo de edad de 5 a 14 años un 94% asiste a la escuela, frente a un 98% en los países de la OCDE. Sin embargo, el número de alumnos por profesor es excesivo y los aprendizajes se hallan mal distribuidos. Por último, en el nivel de la educación media o secundaria (15 a 19 años), un 76% estudia, comparado con un 83% en la OCDE. Subsiste pues una brecha, aunque de solo siete puntos porcentuales.
Asimismo, llama la atención del informe que entre los jóvenes chilenos de 15 a 29 años, el grupo de quienes no estudian ni trabajan supera un 20%, uno de los mayores de la OCDE junto a Irlanda, México, Italia, España y Turquía. Esto indica problemas en el tránsito de la escuela hacia el mundo del trabajo y hacia la educación superior. Es urgente, por tanto, poner en la agenda del gobierno los asuntos relativos al currículo de la enseñanza media, la formación media técnico-profesional, los procesos de admisión a la educación superior y la pertinencia de esta para la empleabilidad.
¿Es cierto, entre tanto, como predican los manipuladores, que los estudiantes chilenos tienen los peores desempeños y son los más afectados por las desigualdades del hogar? En rigor, falso lo uno y lo otro. De hecho, en la prueba PISA-2012, los estudiantes chilenos tienen el mejor desempeño en lenguaje y matemática dentro de su grupo cultural de comparación, que es el de los países latinoamericanos participantes.
En cuanto al impacto de las desigualdades socioeconómicas y culturales del hogar, efectivamente Chile se ubica entre los países donde la cuna pesa más fuertemente sobre los resultados del aprendizaje. Pero no se encuentra solo en este indicador, si no junto a Perú, Uruguay, Bulgaria, Hungría República Eslovaca y Francia. Otros países latinoamericanos -México en primer lugar, pero también Colombia, Argentina, Brasil y Costa Rica- muestran comparativamente un peso menor de la cuna. Con todo, cabe notar que en estos países, el universo de jóvenes que rinde el examen es menos representativo, por efecto de una menor cobertura y una mayor tasa de deserción.
En breve, el informe de la OCDE ofrece un interesante panorama de nuestra educación; sus debilidades y desafíos. Sirve para fundamentar diagnósticos y diseñar políticas. Al iniciarse una nueva etapa de reformas educacionales podría convertirse en un poderoso instrumento, a condición de que no se utilice para crear espejismos o fantasmas y manipular así a la opinión pública.
“¿Es cierto, como predican los manipuladores, que los estudiantes chilenos tienen los peores desempeños y son los más afectados por las desigualdades del hogar? En rigor, falso lo uno y lo otro.”
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