En medio del proceso de transformación de la educación en el país
Las claves de lo que será el rectorado de Vivaldi en la Universidad de Chile
El nuevo rector siempre ha sido cercano al Partido Socialista, a pesar que actualmente no milita en sus filas. Su llegada al sillón de Bello significa un triunfo para la izquierda académica del plantel, el que por décadas estuvo gobernado por sectores allegados a la DC y a la masonería. “Pienso que las universidades debieran ser gratuitas porque de esa forma el profesional que se forma, es el profesional que siente que su deuda es con el país, con su pueblo y no con un banco”, plantea Vivaldi. Aunque académicos dicen que la verdadera alternativa de izquierda era Gonzalo Díaz, y que el nuevo rector deberá pasar el test de la blancura.
“Solíamos caer presos juntos. Éramos clientes frecuentes de la 1ª Comisaría”, cuenta Patricio Basso sobre las peripecias que le tocó protagonizar junto a Ennio Vivaldi cuando ambos formaban parte de la Asociación de Académicos de la Universidad de Chile. La misma que encabezó las movilizaciones para sacar de la “U” a Federici, el rector que impuso la dictadura y que en su tiempo fue el enemigo público número uno de los hijos de Bello.
Era fines de los 80 y Ennio Vivaldi comenzaba a despegar como una eminencia mundial en temas relacionados con la fisiología del sueño. Siempre ligado a la Universidad de Chile, fue compañero de facultad con Michelle Bachelet, pololeó con ella y la influenció para que ingresara a militar en la Juventud Socialista, liderada en ese entonces por Carlos Lorca.
En algún punto de la historia, Ennio Vivaldi abandonó la militancia y se inclinó por construir un camino académico… y llegó lejos. Postgrados en Harvard y en el MIT, e investigaciones científicas desarrolladas en seis países avalan a quien encabezará la Universidad de Chile durante los próximos cuatro años, y que desde ahí deberá enfrentar el debate público gobernado por el impulso reformista.
“Es un signo de los tiempos”, dice Vivaldi a El Mostrador, cuando le consultamos si su elección se relaciona con los cambios políticos que se viven en el país. “Creo que hay un país mucho más reflexivo y dispuesto a plantearse alternativas, y creo que es lo que estamos representando”, agrega.
Luego de décadas, la Universidad de Chile dejó de ser gobernada por las “redes de la DC y la Masonería”, como asegura un destacado académico. Por eso el peso simbólico que arrastra la victoria de Vivaldi, que el martes se impuso con el 58% de los votos frente a Raúl Morales, masón y cercano al ex rector Luis Riveros, quien hoy es el “gran maestro” de los masones.
“Vivaldi es Bachelet. Él es muy Nueva Mayoría”, dice con dureza un académico, que se inclinó a votar por el nuevo rector a última hora, considerando la competencia que enfrentaba. “La verdadera alternativa de izquierda era Gonzalo Díaz, pero Ennio tiene posturas no tan claras y que yo creo que son conversables. Es interesante”, dice otra académica.
¿DE DÓNDE VIENE EL NUEVO RECTOR?
“Ennio no es bacheletista, aunque es cierto que no tiene muchos problemas con el oficialismo. Su mirada ha sido crítica de la obra concertacionista, pero, con el nuevo discurso en ese mundo, es probable que no tenga demasiados problemas”, comenta uno de los académicos que apoyó públicamente su opción. “Siempre ha sido cercano al PS”, asegura Patricio Basso, quien asegura tener “los mejores recuerdos, un hombre inteligente, comprometido, que tomó los mismos riesgos que tomamos los demás, que no tenía posiciones extremistas ni mucho menos”.
“Pienso en quienes sin titubear corrieron los mayores riesgos para ayudar a sus compañeros. Pero pienso también en quienes simplemente permanecieron, sin contar muchas veces con los medios más elementales, por una convicción de vida de pertenencia al sistema público, leales a sus niños como profesores en alguna escuela pública o como médicos pediatras en algún consultorio, o a los académicos de las universidades estatales. Es a ellos que debemos la no desaparición de nuestro patrimonio social en educación y salud. Es este un triunfo cotidiano de humanidad ante el esfuerzo feroz de los ideólogos de la dictadura por imponer un individualismo extremo, ante el discurso sobre el chileno cambiado que ya no esperaba nada del colectivo sino sólo confiaba cada uno en sí mismo como agente privado. Ese amargo discurso, con su paradoja sin disfraz, volvería tantas veces a nuestras mentes”, señaló en un discurso.
Apasionado. Todos coinciden en que cuando Vivaldi cree en algo, se la juega por conseguirlo. “Es parte de su personalidad”, dicen los académicos que asisten al cierre de su campaña, desarrollado el lunes pasado por la noche en el salón principal del Museo de Arte Contemporáneo. Ahí está la flor y nata del progresismo de la Chile. Faride Zerán saluda y se ríe entremedio de los mozos que reparten vino, champaña y canapés. Más allá, Fernando Atria conversa con algunos de los estudiantes que también se han hecho presentes en el acto. En total, unas 200 personas aplauden a Vivaldi cuando en su discurso final de campaña agradece el apoyo brindado y los llama a trabajar por la educación pública.
Su comando estuvo conformado por académicos y por algunas fuerzas políticas del alumnado, como las Juventudes Comunistas y la Unión Nacional Estudiantil. En el último tiempo se sumaron la Juventud Socialista y el GUR, la instancia juvenil del Partido Radical. La diputada del PC, y ex presidenta de la FECH, Camila Vallejo, también aparece para brindarle el apoyo a Vivaldi, dando cuenta de las esperanzas que parte de la izquierda deposita en el nuevo rector.
En la segunda vuelta de la elección, Vivaldi recibió el apoyo de dos candidatos que quedaron en el camino. Cecilia Sepúlveda, decana de medicina llamó a votar por él, y Gonzalo Díaz –académico de la Facultad de Artes y premio nacional en esa misma categoría, quien según varios consultados representaba la izquierda más comprometida pero que terminó declinando su opción para favorecer a Vivaldi– reconoce que los desafíos del nuevo rector no serán menores.
“Es importante que la Universidad de Chile tenga un rector que esté de acuerdo con las reformas comprometidas por el gobierno y que tenga capacidad de liderazgo desde la universidad para esas reformas. Porque lo que estamos viendo es que la lucha por la educación pública va a tener que terminar luego en una lucha por recuperar el Estado. No se va a poder avanzar lo suficiente, con respecto a las reformas, si es que el Estado sigue atenazado por la acumulación de capital que lo tiene absolutamente privatizado”, asevera Díaz, poniendo sus fichas en lo que pueda hacer el nuevo rector al respecto.
Fernando Atria también fija postura, y dice que Vivaldi va a marcar una diferencia, jugándosela por la defensa de lo público, “este es un movimiento de la Universidad de Chile hacia recuperar su dimensión pública y participar de la discusión que va a haber de la educación en general, con una visión de lo público que es distinta a la que ha sido dominante en las últimas cuatro décadas”.
Pero no todos entregan un apoyo tan cerrado. La actual presidenta de la Federación de Estudiantes, Melissa Sepúlveda, es más cauta y plantea que “hubo posiciones (en el programa de Vivaldi) que no van de la mano con las demandas del movimiento estudiantil, que son el tema de la democratización y el cogobierno. Hubo una respuesta poco clara, o más bien que era la comunidad la que tenía que hacerse cargo de esto si es que se desea democratizar”. Vivaldi y Sepúlveda se conocen bien. Ella lideraba el centro de estudiantes de Medicina cuando él era el vicedecano de la Facultad.
“Ha sido el candidato desde hace mucho tiempo, más bien subterráneo, de grupos en la Universidad que querían una universidad menos tecnocrática y más pública”, dice un académico que formó parte de su comando, haciendo referencia a la candidatura que intentó levantar en la elección anterior, donde no le aprobaron sus papeles de profesor titular. Fundamentalmente, Vivaldi es visto por la comunidad universitaria como un académico que va a defender la educación pública. Ese es su sello.
Los más escépticos dicen que el rector no ha profundizado lo suficiente en algunos temas sensibles, como el proceso triestamental, la reforma a los estatutos y la redistribución de los ingresos al interior de la Chile, algo que –aseguran– deberá ser abordado en esta administración.
La clave, plantean, estará en su equipo. En quien designe como prorrector y quien asumirá el cargo de vicerrector académico. En su comando plantean que los nombres ya están definidos y que se darán a conocer durante la próxima semana.
SUS DEFINICIONES
“No, el sistema de voucher no. Pienso que debiera haber fondos que se manejen de otra forma. El sistema de voucher es una cosa que tiene que ser discutida globalmente”, lanza Vivaldi, marcando una diferencia con los adelantos de la reforma presentados por Nicolás Eyzaguirre, el ministro de Educación de la Nueva Mayoría, en relación a la mantención del subsidio a la demanda en el financiamiento de la educación superior, lo que ha sido criticado por el movimiento estudiantil.
Aunque, dicho lo anterior, Vivaldi valora los anuncios realizados por el gobierno. “El hecho de que el país como país tiene problemas que debe encargarles a sus universidades públicas y darles un financiamiento específico para eso, me parece fundamental. La idea de que haya fondos basales para universidades públicas, para solucionar problemas que afectan a todo el país, esa es una idea muy potente y lo felicito”, asegura el nuevo rector.
-¿Qué piensa de la discusión respecto del financiamiento de las universidades?
-Pienso que las universidades debieran ser gratuitas por un problema ideológico, porque de esa forma el profesional que se forma, es el profesional que siente que su deuda es con el país, con su pueblo y no con un banco, y eso me parece tremendamente importante. Además que es una cosa independiente de la riqueza de los padres o lo que fuera. En Chile prácticamente no hay universidades públicas, desde el punto de vista del pago de los estudiantes. Respecto del financiamiento a la investigación, creo que los fondos de investigación tienen que estar abiertos a todo el mundo, sin lugar a dudas con grandes concursos, pero, a la vez, tiene perfecto sentido que el Estado destine a sus universidades públicas tareas para que en conjunto se puedan delinear grandes proyectos, y que esos proyectos sean específicos de las universidades públicas me parece tremendamente válido.
-Está de acuerdo entonces con el ministro de Educación…
-Absolutamente.
-¿Y respecto del llamado ‘rol público’ de las universidades privadas tradicionales?, es un tema que está en discusión…
-Creo que el verdadero tema es a quién pertenece una universidad y claramente es distinto que una universidad pertenezca al Estado, a que una universidad pertenezca a privados. Es importante que todas deben tener acceso a los fondos públicos, y lo otro que es tremendamente importante, es reconocer que una universidad se valida de acuerdo a cuáles son sus objetivos, si el objetivo de una universidad privada es hacer negocio, y nació con ese sino, es totalmente distinto a cuando el objetivo de la universidad, como es el caso de la de Concepción o de la Católica, es desde su origen una institución llamada al fomento del conocimiento de la ciencia y de la cultura.
-Pero hay toda una discusión, el rector de la UC dijo que aunque se aprobara la ley de aborto terapéutico él no va a obligar a sus médicos a practicarlo…
-Está en su derecho, justamente por eso es una universidad privada. Aceptemos que es una universidad privada, y con eso estamos reconociendo la diferencia que hay entre universidad pública y privada. Yo no puedo condicionar la entrega de fondos a que haga algo que está en contra de su conciencia. Él está en su derecho de actuar conforme a lo que él piense y eso es inobjetable.
-Históricamente las Universidades de Chile y Católica han enfrentado de forma distinta los procesos sociales y políticos. En la UC están los ideólogos del sistema neoliberal…
-El rol de la Universidad de Chile no ha cambiado nunca, por más que haya estado inhibido o mitigado, nunca ha cambiado. De la Universidad Católica uno esperaría que hiciera un autoanálisis de qué fue lo que pasó ahí, eso es lo que uno está esperando entre muchas otras cosas. No en el sentido que haga un mea culpa, ni se golpee ni nada por el estilo, sino que comparta un análisis crítico de lo que fue su rol, eso le hace bien a todo el mundo.
Endeudados con la sociedad
Durante un acto en homenaje a Carlos Lorca, emblemático dirigente PS asesinado por la dictadura, Ennio Vivaldi pronunció un discurso rememorando los días en que ambos eran destacadas figuras de la juventud del partido en los pasillos de la Facultad de Medicina. Esa vez, el 25 de junio del año pasado, Vivaldi aseguró que su formación se hizo en una democracia con educación gratuita, algo distinto a “una juventud que, por ejemplo, criada en una dictadura anhelara una libertad desconocida”, haciendo referencia a las actuales generaciones.
“En ese pasillo debatimos la Reforma Universitaria, de la que Carlos sería un pensador y dirigente preclaro. Allí estaban el Centro de Estudiante del cual Carlos sería Presidente y el Casino de la Laurita donde podía encontrársele conversando con Jorge Klein. Las paredes sostenían capas de carteles y afiches. La cotidianeidad era generosa, amable. Los sentimientos solidarios primaban por lejos sobre los de rivalidad y los compañeros eran más amigos que competidores. Nadie tenía tarjetas de crédito. La educación era gratis, pero eso no obstaba para que nos sintiéramos endeudados, una deuda imprecisable, ambigua, vaga con Chile y su pueblo. Incluso, era frecuente que quienes emigraban después de recibidos buscaran formas de retribuir de algún modo la muy buena educación médica recibida”, señaló en esa ocasión.
Y más adelante agregó, en referencia a lo que le tocó vivir a su generación durante la dictadura y valorando a quienes optaron por el sistema público: “Pienso en quienes sin titubear corrieron los mayores riesgos para ayudar a sus compañeros. Pero pienso también en quienes simplemente permanecieron, sin contar muchas veces con los medios más elementales, por una convicción de vida de pertenencia al sistema público, leales a sus niños como profesores en alguna escuela pública o como médicos pediatras en algún consultorio, o a los académicos de las universidades estatales. Es a ellos que debemos la no desaparición de nuestro patrimonio social en educación y salud. Es este un triunfo cotidiano de humanidad ante el esfuerzo feroz de los ideólogos de la dictadura por imponer un individualismo extremo, ante el discurso sobre el chileno cambiado que ya no esperaba nada del colectivo sino sólo confiaba cada uno en sí mismo como agente privado. Ese amargo discurso, con su paradoja sin disfraz, volvería tantas veces a nuestras mentes. Por ejemplo, en mi caso, al contemplar atónito las escenas de pillaje tras el terremoto de 2010, mientras recordaba la ayuda solidaria desplegada en el de 1960”.
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