¿Hay lecciones que aprender?
Marzo 30, 2014

¿Hay lecciones que aprender?

 
La experiencia extranjera tiene muchas lecciones que entregar ahora que se inicia el debate educacional.  

José Joaquín Brunner 

Ahora que comenzó el debate educacional conviene detenerse en algunas lecciones de la experiencia internacional. La más importante es que la naturaleza jurídica del régimen de provisión -estatal o mixto (estatal/privado)- no asegura automáticamente la calidad de la educación. Hay regímenes estatales de excelente calidad como Finlandia o Corea, de calidad intermedia como Grecia y de menor rendimiento como Indonesia o Brasil.

Lo mismo ocurre con los regímenes mixtos; por ejemplo, Holanda y Chile. América Latina es un ejemplo de lo anterior. Predomina la provisión estatal, pero hay un difundido malestar con los logros de aprendizaje de sus estudiantes. Según muestra la prueba PISA, tales logros son en promedio inferiores a los chilenos. Sería paradójico que Chile quisiera adoptar un modelo de menor rendimiento.

Para mejorar, entre otras cosas Chile debe hacer una reingeniería de la educación municipal. Hasta el momento nos movemos entre pancartas: desmunicipalizar y recrear las virtudes republicanas. ¡Muy bien! ¿Pero cómo? ¿Con más o menos centralismo? ¿Con mayor o menor dependencia burocrática? ¿Con control jerárquico o comunitario?

En los países de la OCDE hay una tendencia común: la mayoría de las decisiones se adopta en las propias escuelas junto con las autoridades locales: Finlandia e Inglaterra, un 100% de las decisiones; en el otro extremo, México y Turquía, menos del 20% de ellas. También la gestión del personal y de recursos se halla radicada en el ámbito del establecimiento y la autoridad local: así es en los países nórdicos, aunque no en Grecia o Portugal, donde ese manejo es relativamente centralizado aún.

Otra modificación anunciada por el Gobierno sustituye el copago de las familias en la educación privada subvencionada por un incremento de la subvención escolar. Sin duda, es esencial aumentar el valor de la subvención tanto ordinaria como preferencial (por proporción de alumnos vulnerables). Dentro de este marco debería suprimirse gradualmente el copago. ¿Se eliminaría con ello -de una vez para siempre, como imaginan algunos- el peso del dinero en la educación de niños y jóvenes? No es así. Basta conocer la experiencia de Corea del Sur.

Allí, a pesar de existir uno de los sistemas educacionales de mejor calidad y mayor equidad del mundo, las familias -según su nivel de ingreso- invierten importantes recursos en tutorías privadas para sus hijas e hijos mientras cursan el ciclo K-12. Pagan tutorías privadas después de terminada la jornada escolar, ya bien dentro del hogar o, más comúnmente, en academias privadas con fines de lucro ( hagwons ). Por este medio buscan acrecentar las posibilidades de sus hijos de ingresar a las universidades más selectivas del país. Según cálculos recientes de la OCDE, las familias coreanas gastan el equivalente a cerca de un 2% del PIB en esta educación paralela con penetrantes efectos desigualadores según grupo socioeconómico.

En cuanto al uso de exámenes y mediciones debería procederse con cautela. Sin exagerar su uso y propósitos, como hizo el anterior gobierno, pero tampoco echándolos por la borda para alivianar la navegación. Como dice el Panorama de la Educación (OCDE, 2012): “Alrededor del mundo existe un creciente interés en el uso de exámenes estandarizados para medir el conocimiento cognitivo. Se incrementan asimismo las evaluaciones nacionales y exámenes que las autoridades emplean para que las escuelas rindan cuenta de su desempeño”. Mala idea sería abandonar esta práctica en vez de organizarla con mayor inteligencia.

Por último, en materia de educación superior, haríamos bien en estudiar los efectos de las políticas aplicadas en Argentina, Brasil y México que inspiran el cambio de paradigma proclamado por el ministro del sector. En efecto, gratuidad de la universidad estatal y concentración sin mayores exigencias de los recursos fiscales en estas instituciones y sus alumnos son la marca registrada de la educación superior latinoamericana. Sin embargo, esta no ha alcanzado siquiera estándares medianos de equidad, calidad, eficiencia y de contribución al desarrollo de los respectivos países.

“En materia de educación superior, haríamos bien en estudiar los efectos de las políticas aplicadas en Argentina, Brasil y México que inspiran el cambio de paradigma proclamado por el ministro del sector”.

 

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