Reacciones a la votación en el Senado: Representantes del ámbito educativo lamentan salida del ministro
Existe preocupación sobre el futuro de los proyectos de ley que Harald Beyer impulsó durante su período a cargo de la cartera de Educación.
Carlos Said y Pablo Reed , EL Mercurio, 18 abril 2013
“Aquí todos han perdido: el Gobierno, a un buen ministro de Educación; la Concertación, que al votar no pensó en Chile ni en su propio pasado, sino solo en cómo propinar una derrota al oficialismo, y, sobre todo, el sector educacional, que en adelante verá aun más trabados los necesarios acuerdos para continuar mejorando. Es un mal momento”.
Las palabras del ex ministro e investigador de la UDP, José Joaquín Brunner, fueron compartidas por diversos actores del mundo educacional.
“La política ha triunfado sobre la educación”, opinó Andrés Benítez, rector de la U. Adolfo Ibáñez. El académico lamentó lo ocurrido, pues cree que “paraliza la agenda de educación. No veo que en estos meses se pueda legislar nada en este ambiente. Se pierde la Superintendencia de Educación, lo único que permitía cumplir la ley respecto del lucro. La acusación es política, pero lo que triunfa es la inacción. Me pareció, además, injusta”.
El presidente del Consejo Nacional de Educación, Ignacio Irarrázaval, calificó como una “pérdida para el país” la salida de Beyer, ya que “hizo un tremendo aporte a la educación de Chile y lamentaremos el hecho de que él no pueda estar cerca de la toma de decisiones”. Llamó a seguir trabajando en la agenda impulsada por el ex ministro: “Nos queda instalar los detalles de la Ley General de Educación, la Superintendencia de Educación Superior y el proyecto de la nueva agencia de acreditación. Esos proyectos deben seguir perfeccionándose”.
Por su parte, el presidente de la Comisión Nacional de Acreditación, Matko Koljatic, dijo que la destitución es “lamentable” y que obedece a “motivos bien oscuros”. A su juicio, “es una señal malísima que se ha dado a la gente joven. Hay demandas de grupos sociales referidas al lucro, pero este tipo de acciones no ayudan. Es más bien una campaña ideológica en que se le hace víctima de una situación injusta”.
En tanto, el ex ministro de Educación Sergio Bitar expresó que la destitución de Beyer no se generó por un problema con su persona, sino por “la función que cumple un ministro que representa una política de gobierno”. Evitando calificar lo ocurrido, dijo que la votación se explica por “los tres años de movilización estudiantil que ha tenido el país. Al Senado le tocó representar una demanda ciudadana para llevar a Chile a una fórmula más inclusiva, con más equilibrio social y un rol del Estado más prominente”. En todo caso, afirmó que es necesario sacar adelante los proyectos de ley que están en el Congreso.
En los días previos, varios intelectuales apoyaron a Beyer. El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, junto a otras 21 personalidades internacionales, envió una carta a “El Mercurio” para defenderlo públicamente. “Quienes hemos conocido su trayectoria (…) sabemos de su honestidad, seriedad y rigor intelectual y, por sobre todo, de su incesante y valiosa lucha y esfuerzo para mejorar las políticas públicas y la educación”, escribió.
En tanto, un grupo de ocho premios nacionales de diferentes disciplinas firmó una carta señalando que “es difícil creer que la acusación pueda contribuir a solucionar los problemas que aquejan a nuestra educación superior”.
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Acusación se transforma en la mayor derrota de la administración Piñera
Cae Beyer y la calle le dobla la mano a la elite político-técnica
“La guerra está declarada” señaló el timonel de RN, Carlos Larraín, adelantando el clima político que marcará el escenario de aquí hasta las elecciones de noviembre. Un hecho que se vivió como final de campeonato de fútbol, que mostró fracturas en la DC, pero que tiene proyecciones más profundas y subterráneas. Por lo pronto, La Moneda debe dilucidar si el subsecretario Fernando Rojas, considerado un UDI duro, quedará de titular del Mineduc.
por MARCELA JIMÉNEZ Y ALEJANDRA CARMONA, El Mostrador, 18 de abril 2013
Van a faltar calificativos para tratar de graficar la tensión, pero sobre todo la incertidumbre que imperó en el Senado durante las últimas horas previas a la votación de la acusación constitucional contra Harald Beyer. Por decir lo menos fue infartante, con epítetos de grueso calibre entre medio y con cambios tan inesperados como drásticos de los escenarios de correlación de fuerzas. En el fondo, todo eso dejó en evidencia lo que desde el primer día se instauró como eje de debate en torno al libelo: el fin al lucro en la educación, una demanda que no salió de la elite política, sino que desde la calle, desde el movimiento social y estudiantil, que anoche finalmente perforó la institucionalidad e inclinó la balanza del poder en el corazón de lo que debe ser la política representativa: el Congreso.
Desde que ingresó la acusación a la Cámara de Diputados el 20 de marzo, comenzó un despliegue mediático para tratar de botar el libelo. Sobraron las entrevistas, editoriales, twiteos, declaraciones, columnas de opinión de expertos, políticos de trayectoria, académicos de think tanks transversales y ex ministros de Educación de la propia Concertación que impulsaba el texto acusatorio, en un claro alineamiento de la elite político-tecnocrática para defenderse a sí misma. Desde la DC Mariana Aylwin, hasta los PPD Sergio Bitar, José Joaquín Brunner y Francisco Vidal, pasando incluso a último momento por el rector jesuita de la Universidad Alberto Hurtado, padre Fernando Montes, ícono para un sector no menor de la oposición, incluido el bacheletismo. Al punto que hasta el premio Nobel Mario Vargas Llosa escribió en la A2 de El Mercurio su defensa de Beyer.
En todo momento ello fue visto como una presión, un mensaje a los parlamentarios, una estrategia que antes funcionaba, que fue efectiva en el pasado para otras operaciones políticas y otras acusaciones constitucionales para desarticular los apoyos, pero que ahora en el caso de Beyer no rindió los frutos esperados.
En esta ocasión fue más relevante el peso de un movimiento social que desde el año 2011 ha presionado a la clase política, reflejando su descontento, cansancio y enojo ciudadano con un sistema que abusa de ellos, que no los representa y que hasta ayer, no los escuchaba. Más de 100 mil personas el jueves pasado fueron decisivas para este resultado.
Cuando ya se habían rechazado por amplia mayoría los dos primeros capítulos de la acusación, casi al borde de las 21:30 horas y por los 20 votos requeridos, se aprobó el tercer punto del libelo, aquel que acusaba a Beyer de omisión e incumplimiento de sus deberes ministeriales. La cara del destituido ministro lo decía todo, mientras que desde un sector de las tribunas estallaba la algarabía y la celebración. A pesar del resultado, por varias razones, difícilmente la Concertación puede atribuirse un triunfo con la aprobación de la acusación y con la caída de Beyer.
Es indiscutido que la presión de las elecciones parlamentarias de noviembre jugó un papel clave en varios senadores de las bancadas de oposición, que a todas luces se vieron forzados a aprobar el libelo por temor a quedar sindicados como defensores del lucro y ser castigados por el electorado. No por nada la presión de La Moneda estuvo desde el 4 de abril enfocada en tratar de lograr que al menos un parlamentario de la DC se desmarcara, lo que al final logró, cuando Patricio Walker —siempre contabilizado entre los indecisos— casi al final de la sesión, anunció que rechazaría los tres capítulos de la acusación. Un detalle, al senador de la XI Región no le corresponde ir a la reelección en noviembre, sino que en cuatro años más, lo que le daba más margen de maniobra que al resto.
Fueron finalmente los votos del independiente Carlos Bianchi y del DC, Hosaín Sabag, favorables al tercer capítulo de la acusación los que dieron el quórum de veinte votos requeridos para la destitución.
Esa fractura en las bancadas de oposición dista bastante de lo que se vio en la Cámara de Diputados cuando la oposición en pleno, sin nadie que se desmarcara, desde el PRI, pasando por los independientes, la Concertación y el PC, apoyaron el libelo contra Beyer.
UN PUNTO A FAVOR DEL MOVIMIENTO
“Claramente lo que vemos hoy no es un motivo de celebración. Tener que sacar a un ministro para que se respeten las leyes”, señaló el presidente de la FEUC, Diego Vela, en el mismo sentido que expresan varios dirigentes al interior del movimiento: que a pesar de la destitución de Beyer, botar a un ministro sólo por botarlo, no era un fin en sí mismo, sino que parte de un proceso que está lejos de culminar. El objetivo central, y es por lo que se trabajará todo este año, es el fin del lucro y que la educación sea comprendida como un derecho.
Desde que ingresó la acusación a la Cámara de Diputados el 20 de marzo, comenzó un despliegue mediático para tratar de botar el libelo. Sobraron las entrevistas, editoriales, twiteos, declaraciones, columnas de opinión de expertos, políticos de trayectoria, académicos de think tanks transversales y ex ministros de Educación de la propia Concertación que impulsaba el texto acusatorio, en un claro alineamiento de la elite político-tecnocrática para defenderse a sí misma. Desde la DC Mariana Aylwin, hasta los PPD Sergio Bitar, José Joaquín Brunner y Francisco Vidal, pasando incluso a último momento por el rector jesuita de la Universidad Alberto Hurtado, padre Fernando Montes, ícono para un sector no menor de la oposición, incluido el bacheletismo. Al punto que hasta el premio Nobel Mario Vargas Llosa escribió en la A2 de El Mercurio su defensa de Beyer.
Al interior del movimiento estudiantil, la destitución de Beyer es un hecho que no habría ocurrido sin el respaldo de la calle: la alta aprobación que aún mantienen en las encuestas las demandas y también la multitudinaria manifestación que congregó a 150 mil personas el 11 de abril pasado.
Y eso es un logro que a comienzos de año no se avizoraba fácilmente. Había que tomar el pulso al lugar que ocupaba el movimiento estudiantil; es decir en qué sitio del escenario estaban los estudiantes. “A principios de marzo tanteamos para saber dónde estábamos. Si volvían los viejos ritmos o si teníamos vigencia. Cuando tuvimos el resultado de la Cámara, donde se aplicaron todos los mecanismos de la vieja política, supimos que era lo segundo y confirmamos el rol de la presión social”, comenta un dirigente.
Para los estudiantes otro tema relevante es que se logró poner definitivamente el lucro sobre la mesa y un dato interno es la entrevista que el año 2011 dio el presidente Sebastián Piñera alFinancial Times. En ella le preguntaban por qué en su gabinete permanecían dos ministros acusados de lucrar. Sebastián Piñera respondía que no tenía pruebas de que hubiesen violado alguna ley y que ambos participaron en la creación de “una muy buena y prestigiosa universidad. Y esa universidad, de acuerdo con la legislación chilena, es una universidad sin fines de lucro”.
“Esa es una posición muy distinta a la de hoy, cuando escuchamos a Matthei hablando de lucro asqueroso. Definitivamente, se cambió la discusión”, señalan fuentes del movimiento, donde a diferencia de la clase política, no están pensando solo en qué condiciones le pondrán a los candidatos presidenciales y al que resulte electo, sino en qué pasará este año con sus demandas y cuánto se avance en ellas.
“Claramente vemos consecuencia en muchos senadores y también en Bianchi, que superó las presiones que le puso el gobierno. Lo de hoy (ayer) es claramente un golpe simbólico, pero lo que necesitamos es que sean consecuentes con lo que pasó. Buscamos cambios estructurales”, dice Vela.
Otra de las preocupaciones al interior del movimiento es que ahora que se destituyó al ministro se aprueben de igual forma sus leyes. “Tenemos la preocupación de que hay ciertos sectores de la DC que habrían estado llegando acuerdo con Beyer sobre el tema de la superintendencia, y no estamos de acuerdo con ese proyecto”, comenta un dirigente.
En ese sentido, Andrés Fielbaum, presidente de la FECh, señala que “mantener la agenda de Beyer significa que la acusación fue solamente para la foto. Acá los ministros pasan y las leyes quedan. Lo único que se pide es una coherencia. No somos ingenuos, justo se acordó el fin al lucro en un año de elecciones, salvo Patricio Walker que se reelige el 2017”.
La ex presidenta de la FECh y actual candidata a diputada, Camila Vallejo, dice que el “golpe que se dio al lucro con la destitución de uno de sus guardianes lo aturdió, pero no lo derrotó” y que la verdadera tarea es ahora terminar con la educación de mercado. “Si la Concertación quiere mostrar consecuencia de verdad, debe poner manos a la obra en los proyectos de ley que permitan recuperar la educación pública gratuita y de calidad y terminar con el negociado de la educación en todos los niveles e instituciones. Para eso se deberá trabajar escuchando a la ciudadanía y no dándole la espalda”. Para Vallejo, esta aprobación es sin duda “un avance, pero no es el fin de la crisis del sistema”.
Respecto al próximo ministro que reemplace a Beyer, Eloísa González, vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, ACES, opina que hasta ahora los ministros que han transitado por la cartera, incluso aquellos provenientes de la Concertación, “han discutido y generado propuestas con un criterio tecnicista, en el cual las demandas estudiantiles y las propuestas que estas han generado no han sido contempladas”. Desde esa perspectiva, señala, quien hoy asuma la responsabilidad del Ministerio de Educación “se enfrenta no solamente a un movimiento estudiantil y social empoderado, sino que también con una olla a presión que se ha destapado, con la problemática del lucro, el cierre de colegios y la crisis en el modelo educacional actual”.
FERNANDO ROJAS, EL TALIBÁN DEL MINEDUC
El rostro de enojo de la vocera Cecilia Pérez y sus posteriores lágrimas, así como la evidente tristeza del propio Beyer, reflejaban el mal momento del gobierno. El Presidente Sebastián Piñera estuvo toda la tarde en Palacio, sin agenda, siguiendo el debate en la sala y sólo se retiró después que la suerte de su ministro ya estaba echada. Incluso, se cancelaron los planes iniciales de realizar un acto de apoyo a Beyer en La Moneda si era aprobada la acusación, idea que fue desechada en la tarde.
Después de dos semanas con pautas casi diarias del Presidente y el gobierno tratando de mostrar los logros en materia de educación de la gestión Beyer, incluido los emplazamientos públicos de Piñera al Senado a votar en conciencia —que cayeron como piedra—, para este jueves el mandatario no tiene nada agendado.
Junto al trago amargo, el Presidente debe resolver un tema no menor y es el nombre del sucesor de Beyer. Encontrar a alguien dispuesto a asumir la cartera por menos de un año, que es lo que le resta a su administración. Es por eso básicamente que desde el cambio de gabinete de noviembre, en cada ajuste se ha utilizado el criterio de que asuma el subsecretario respectivo, para dar continuidad a las carteras, aunque en el caso de Educación hay ciertos reparos con Fernando Rojas que ha estado de subrogante desde que Beyer fue suspendido el 4 de abril.
En el propio oficialismo, especialmente en RN, precisan que el perfil de Rojas es complejo, porque “es un UDI demasiado duro”, es visto como “muy sectario” y se le critica lo excesivamente conservador de su visión. Sin embargo, en el oficialismo sus propios detractores confiesan que a estas alturas no hay mucho margen ni tampoco propuestas alternativas sobre la mesa. Algunos rumores durante la tarde de ayer apuntaban a que la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, asumiera el cargo en Educación, para darle un perfil 100 % político, en pleno año de campaña.
Las versiones se vieron alimentadas después que la ministra saliera públicamente ayer a acusar a la candidata del PPD y PS, Michelle Bachelet, de digitar la caída del ministro de Educación. Dijo que la “orden de liquidar” a Beyer “viene de muy arriba” y señaló que cree que de parte de “Michelle Bachelet directamente o de alguien cercano a ella”.
Más allá si es considerada o no la sucesora de Beyer, está claro que las palabras de Matthei sí marcarán, desde ahora, el rumbo político de las relaciones entre el gobierno y la oposición. Ya en los días previos se había definido en el gobierno la estrategia de que los costos de la caída de Beyer los pagara la Concertación, pero sobre todo Bachelet.
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El,Mostrador, Editorial, 18 de Abril de 2013
Ganó la calle
Cualquier enfoque que se haga sobre los resultados de la acusación constitucional en contra del ministro de Educación, Harald Beyer, no puede omitir un dato esencial: la presión vino de la calle. El libelo se aprobó porque, a excepción de los de derecha, ningún parlamentario estuvo dispuesto a ser sindicado posteriormente como alguien que votó a favor del lucro.
Sin embargo, y pese a la incertidumbre que llegó hasta el final de la votación, el tema salió como lo pensaron los diputados acusadores, especialmente aquellos que venían trabajando en el tema desde el año pasado, en la comisión investigadora sobre el lucro en las universidades.
La destitución de Beyer es una derrota de los fundamentos del modelo educativo chileno. Una especie de acción retardada pero exitosa de las masivas movilizaciones de los estudiantes que maduraron entre los años 2011 y 2012, aunque ya se arrastraban desde la época de Bachelet.
Dos factores fueron esenciales. El dramatismo final del caso Universidad del Mar y la postura adoptada por la candidata Michelle Bachelet. Las declaraciones de esta última de poner fin al lucro y avanzar en la gratuidad en todos los niveles, fueron sustanciales para traer orden y compromiso en las filas opositoras. Descomprimida la sensación de que la acusación complicaba su candidatura, la votación quedó expuesta en un nivel de exigencia política que nadie podía soslayar, y menos aún sus adherentes.
Fue en ese momento que el oficialismo perdió su capacidad de controlar el resultado, y ganó la voz de la calle. El fin del lucro, ya planteado el año 2007, se exhibió como el principal argumento y selló la suerte del ministro.
El intento de presentar la acusación como una revancha a la destitución de Yasna Provoste en el gobierno pasado resulta una pérdida de tiempo y un mal enfoque. La destitución de Provoste fue el resultado de una mala política de La Moneda al defender a un funcionario de menor rango, el Seremi de Educación la Región Metropolitana, responsable de un desorden administrativo de 267 mil millones de pesos. Fue un rebote mal manejado políticamente.
La destitución de Beyer es una derrota de los fundamentos del modelo educativo chileno. Una especie de acción retardada pero exitosa de las masivas movilizaciones de los estudiantes que maduraron entre los años 2011 y 2012, aunque ya se arrastraban desde la época de Bachelet.
Así, la calidad política de ambos hechos es totalmente distinta.
En estricto rigor, también pierde toda la elite política, porque el resultado está apenas en el borde interno de las mayorías febles del sistema binominal. A poco de una elección este queda expuesto como el peor candado de la institucionalidad establecida por la Constitución de 1980, y tiene muy pocas justificaciones —si acaso ninguna— a ambos lados del espectro político.
El resultado de todo esto debiera llevar a un debate a fondo de los problemas de la educación chilena. Pero quizás una lección también muy importante es que la elite quedó expuesta en su pragmatismo de aferrarse al poder binominal y a abrir, solo de manera leve, la puerta a los cambios. En esta ocasión la batalla fue real, con consecuencias para el adversario, pues tuvo como protagonista visible al Tercer Estado.
Destitución del ministro de Educación en el Senado
La votación permitió la aprobación de un libelo mal fundamentado en lo jurídico e injustamente dirigido contra un ministro que mostró un dinamismo inusual.
La Tercera, editorial,18 de abril de 2013
http://www.latercera.com/noticia/opinion/editorial/2013/04/894-519284-9-destitucion-del-ministro-de-educacion-en-el-senado.shtml
CONSTITUIDO ayer como jurado para definir el destino de la acusación constitucional planteada por diputados opositores en contra del titular de Educación, el Senado finalmente destituyó al ministro Harald Beyer, en una votación cuyo resultado se mantuvo en la incertidumbre hasta el final. El efecto inmediato de esta dura derrota para el gobierno es la remoción del secretario de Estado y su imposibilidad de ejercer cargos públicos por cinco años. La mayoría que obtuvo la acusación en el tercero de sus cargos permitió la aprobación de un libelo que desde el comienzo estuvo mal fundamentado en lo jurídico e injustamente dirigido contra un secretario de Estado que ha hecho más que todos sus predecesores por fiscalizar a las universidades.
La acusación aprobada la semana antepasada por la Cámara de Diputados señalaba que el titular de Educación había faltado a sus obligaciones, apuntándolo como culpable de tres cargos por haber “infringido la Constitución y dejado sin ejecución las leyes”. Resulta contradictorio que una denuncia de este tipo fuera levantada contra un ministro que ha gestionado ante el Congreso la aprobación de proyectos de ley como el que pretende crear la Superintendencia de Educación Superior, que ha intervenido para denunciar las irregularidades detectadas en el caso de la Universidad del Mar y que actuó con determinación para enfrentar las graves faltas a la probidad detectadas al más alto nivel en la Comisión Nacional de Educación. Estas medidas muestran a un ministro con un dinamismo que jamás exhibieron quienes estuvieron a cargo de esa cartera durante los gobiernos de la Concertación, que fue cuando se habría originado la mayor parte de las conductas que la oposición exigió sancionar. La autoridad, por su parte, construyó su defensa señalando que la ley no le entrega herramientas para fiscalizar de la manera en que le demandaba la acusación, afirmando que por ello carecía de sustento.
La destitución deja a medio camino el trabajo emprendido por el ministro y pone en evidencia las dificultades que se manifestarán de ahora en adelante entre el Ejecutivo y la oposición, en especial considerando la intensa actividad electoral que se avecina. No es descartable que este episodio provoque retrasos en la intensa agenda legislativa pendiente en el tema, pues se han roto las confianzas y no queda demasiado tiempo para reconstituirlas. Por lo mismo, para un gobierno al que le restan sólo meses, la caída del ministro constituye una dura derrota. La oposición, en cambio, la celebró como un triunfo. Sin embargo, la manera en que se dio la votación debe motivar reflexiones en su interior. La valiente conducta del senador DC que votó en contra subraya la existencia de disidencias relevantes que no pueden pasarse por alto en una coalición donde en este tema se alineó con las exigencias planteadas desde la calle por los sectores más radicales y que está ante la disyuntiva de si construir nuevas alianzas más allá de la Concertación.
La votación fue decidida, finalmente, por un senador independiente cuya conducta ayer pareció estar más concentrada en buscar protagonismo que en votar en conciencia, como lo exige el mandato constitucional. Es una cruel ironía para el oficialismo que quien pusiera el último clavo en el ataúd político del ministro Beyer fuera un parlamentario que resultó elegido en un cupo de la Alianza. Es de suponer que ésta habrá aprendido la lección y aspirará a una mayor profundidad en las coincidencias con quienes comparte hábitos y principios en su coalición política.
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