En un momento en que la entropia presidencial-gubernamental amenaza con desordenar nuevamente la agenda educacional, el Ministro de Educación realiza esfuerzos por mantener en fila las priopridades, los tópicos y lo argumentos. No es claro que pueda lograrlo.
De analista a analizado. Así ha sido el tránsito de Harald Beyer en los últimos 120 días, desde que asumió como ministro de Educación. Hace dos semanas sorprendió con una propuesta para reformar el financiamiento de la educación superior. Aquí, explica en detalle su mirada del sistema y responde el interrogatorio de siete figuras vinculadas al tema educacional.
Por Sebastián Rivas | [email protected]. 03/05/2012
La imagen era recurrente: cada vez que los gobiernos hacían un anuncio en materia de educación, Harald Beyer Burgos (48), el emblemático experto del Centro de Estudios Públicos (CEP), era una de las primeras voces consultadas para comentar el tema. Pero hace dos semanas, algo cambió. Esta vez, fue él quien salió al pizarrón con un anuncio: un cambio completo al sistema de financiamiento de la educación superior chilena que, entre otras cosas, hará que sea el Estado y no la banca privada quien administre los créditos.
El hito fue el símbolo de los cambios que Beyer ha experimentado en los últimos 120 días. De ser un influyente, pero anónimo asesor que podía viajar inadvertido en el Metro con su mochila negra, pasó a vivir la exposición pública, que incluye pedidos de fotos, algunos episodios incómodos -como cuando una persona lo encaró mientras iba al cine con uno de sus hijos- y, por sobre todo, un cambio de rol: el emblemático analista ahora es el hombre al que todos analizan.
Beyer lo acepta con hidalguía y cierta resignación. Repite que aceptar el puesto era una obligación “republicana”. Y aunque su espíritu de analista se cuela en sus respuestas, también destaca que gran parte de las medidas anunciadas estaban en el programa de gobierno, que él mismo ayudó a redactar. Aquí, Beyer se enfrenta a su primer examen.
-El 12 de mayo se cumple un año de la primera marcha masiva de los estudiantes. Desde esa fecha hasta hoy, ¿qué ha cambiado en la educación superior chilena?
-Desde el punto de vista de las políticas, creo que mucho. El año pasado, el gobierno anunció recién un punto de partida, que no estaba todavía bien dibujado. Hoy está mucho más dibujado.
Respecto de si ha habido lucro en universidades, no tengo la información como para chequearlo. Uno supone que sí ha habido algunas instituciones (…) A uno le llama la atención que se hayan transado instituciones. Y estaríamos dispuestos a multarlas y establecer todos los procedimientos sancionatorios que fija la ley
-El tema más relevante del anuncio hecho hace dos semanas fue que el gobierno tomará el sistema de créditos para la educación superior y que será un sistema unificado. ¿Por qué se va a hacer cargo el Estado?
-Por una razón relativamente simple: queríamos ir a un sistema por contingencia. Es decir, las cuotas no son fijas, sino una proporción del ingreso. El sistema privado típicamente ofrece cuotas fijas, no sabe manejar contingencia al ingreso. Entonces, lo que iba a pasar es que los bancos nos iban a cobrar muy caro, y decidimos que lo más razonable era originarlo en el Estado. Además, el sistema de Crédito con Aval del Estado (CAE) tampoco estaba siendo tan barato como se nos dijo en su momento.
-O sea, ¿no era un buen negocio?>
-Había dos costos: uno era la morosidad que involucraba, que era más alta de lo que se había anticipado, y lo otro es que la recarga que nos hacían los bancos tampoco era tan conveniente. Sumando y restando, no convenía. Y después, la pregunta es cómo se administra. Estamos evaluando cuál es la forma más barata de hacerlo. Podría ser la misma Comisión Ingresa, que ya tiene cierta experiencia, o la Tesorería General de la República.
-¿Qué balance tiene del CAE? Sus creadores señalaron que, en su minuto, era el único sistema viable para aumentar el ingreso a la educación superior de los sectores más vulnerables.
-No creo eso. De hecho, escribí en esa época sobre este tema, y creo que el mejor sistema es el que nosotros estamos proponiendo ahora.
-¿Y se podría haber hecho en ese minuto?
-Se podría haber hecho.
-¿Por qué no se hizo?
-Había dudas, hasta donde entiendo, de hasta qué punto el Estado iba a recobrar los créditos. Pero para montarlo a través del sistema privado se tuvo que entregar tantas garantías que tampoco el sistema privado tenía muchos incentivos para cobrar. No se ganó mucho en esos términos y se pagó caro por lograr eso. Ahora, indudablemente, generó mayor acceso. La pregunta es si con un sistema distinto también se podría haber generado más acceso y, tal vez, hubiera sido un sistema mucho más permanente.
-¿El nuevo sistema no podría generar un incentivo para las universidades con baja selectividad?
-Sólo las instituciones acreditadas van a poder acceder a este crédito. Y sabemos que va a haber discusión respecto de que si el sistema de aseguramiento de la calidad es bueno o no. Nosotros no creemos que sea tan bueno, pero eso se trabaja separadamente. En el futuro, todas las instituciones van a tener exigencias mucho más fuertes.
“Bachelet no contempló cambios en educación”
-En el 2007 hubo una comisión asesora presidencial para la educación superior que planteó un sistema en que hubiera un financiamiento parejo para las universidades. A su juicio, ¿se perdieron cinco años?
-A ver… Si uno mira el programa de la presidenta Bachelet, no contemplaba mayores cambios en educación. Yo creo que eso se notó, porque vino el movimiento pingüino, que estaba concentrado en educación escolar, se hicieron algunos cambios a trastabillones, con un fuerte apoyo de la oposición de aquel entonces, y se generó un cambio en la LGE. Pero si uno mira lo que se hizo en educación superior, prácticamente no hubo nada. Y había varios indicadores ya hacia fines de 2005 de que se requería una mirada nueva en educación superior.
O sea, se perdió tiempo.
-Creo que sí.
-¿Y en el gobierno de Piñera se perdió tiempo?
-Creo que no. Si uno mira todo lo que estamos haciendo, el avance ha sido grande, en términos de cualquier indicador: leyes aprobadas, proyectos enviados, ajustes internos realizados. Entonces, no se perdió tiempo. Uno siempre puede discutir si las prioridades a lo mejor deberían haber partido por la educación superior y haber abordado después la educación escolar… Pero eso ya es historia. Lo importante es que no escabulló ningún tema.
-¿Qué rol le atribuye al movimiento estudiantil?
-Posicionar de nuevo los temas de educación con fuerza es un aporte. Pero si uno revisa el programa, de alguna forma, esto estaba planificado de todas maneras. Ahora, el terremoto desvió tal vez al principio la intensidad con la que se abordó Educación, pero todas estas cosas que se han anunciado tienen mucho que ver con el programa.
-Pero la reforma tributaria no estaba en el programa.
-Claro, pero es que ahí se tomó la decisión de avanzar mucho más rápido en educación de lo contemplado. No hemos cambiado la dirección, pero sí los tiempos. No tanto en educación superior como en educación preescolar, por ejemplo. No estaba la idea de completar al final del gobierno cobertura completa para el 60% más vulnerable entre kínder y prekínder, y eso cuesta plata. La reforma viene a consolidar un programa bien ambicioso y que a mitad de camino se puso más ambicioso.
(No dar gratuidad) Es un tema de principios. Hemos insistido y seguimos insistiendo en que es una política injusta, y yo creo que la población se está convenciendo de eso
-¿Y en eso tienen mérito los estudiantes?
-Yo creo que sí. No les quiero restar mérito a los estudiantes: han puesto el tema de la educación en la mesa. Pero si el gobierno hubiera dicho: “Lo que es fundamental es la protección del medioambiente, y ésa va a ser la madre de todas las batallas”, y no, como ha dicho el presidente, que “la educación va a ser la madre de todas las batallas”, probablemente el debate habría estado en otra parte.
“La gratuidad es una política regresiva”
-Uno de los puntos que ha criticado la Confech es que no se contemple la gratuidad. ¿Es porque no hay fondos o es un tema de principios?
-Es un tema de principios. Hemos insistido y seguimos insistiendo en que es una política injusta, y yo creo que la población se está convenciendo de eso. De hecho, algunas encuestas muestran que la gente respalda la idea de que hay que apoyar a los más vulnerables, pero no cree que la gratuidad deba ser una política de alcance nacional. Pero los estudiantes no han levantado el tema de la equidad. Levantan la idea de la educación superior, y la gratuidad en particular, como un derecho. Pero en ninguna parte del mundo la educación gratis es un derecho. Y por buenas razones. De hecho, los países que históricamente han tenido gratuidad están saliendo de ella.
-¿Por qué?
-En Chile, los que llegan a la educación superior son 45 de cada 100. Si uno los empieza a mirar, 9 de cada 10 personas que son del 10% más rico van a esas instituciones. Del 20% más pobre, 2 de cada 10. Si yo tengo gratuidad, voy a tener una política regresiva. Pero lo que nosotros hemos dicho es que el 60% más vulnerable, si tiene méritos, tiene beca hasta el arancel de referencia, y las instituciones tendrán que financiar la diferencia para ese grupo. Por lo tanto, van a tener, en la práctica, gratuidad.
-¿Y por qué se optó por diferenciar el puntaje para acceder a las becas dependiendo del quintil?
-Es un reconocimiento de que nuestro sistema educacional no tiene todavía la suficiente equidad como para asegurar que un joven talentoso que venga del primer quintil tenga la misma probabilidad de tener más de 550 puntos que un alumno que viene del tercer quintil.
-¿A quiénes beneficia el nuevo crédito?
-Beneficia a los 360 mil alumnos que recibieron el Crédito con Aval del Estado. Todos van a quedar con el 2% y la contingencia. Lo que pasa es que para eso necesitamos ley, y no hemos aprobado ese proyecto en el Congreso. Los nuevos estudiantes de las instituciones privadas posteriores a 1981 que entraron este año ya van a recibir el 2%.
-¿Un estudiante de cuarto medio hoy sabe a lo que está entrando cuando ingresa a la universidad?
-La evidencia que tenemos es que no sabe mucho.
-¿En qué sentido no sabe?
-Tiene muy poca información respecto de las perspectivas de su carrera, de los contenidos, y de los costos efectivos. O sea, entran un poquito a ciegas. Nosotros estamos trabajando para que tengan una mayor claridad.
Gabriel Boric
Presidente de la FECh
Boric: ¿Usted cree que en los últimos 22 años ha habido universidades que han lucrado con la educación? Si es así, ¿cuáles son? Y si lo supiera, ¿estaría dispuesto a decir, con nombre y apellido, quienes están detrás de ellas?
Beyer: Cuando llegué una de las primeras medidas fue encargar esta información, aprovechando una disposición de la Ley de Presupuestos, y ahí vamos a tener mayor claridad respecto de los estados financieros de las distintas instituciones y vamos a poder auscultar esto. Ahora, respecto si ha habido lucro, no tengo la información como para poder chequearlo. Uno supone que sí ha habido algunas instituciones.
Uno podría podría hacer puras hipótesis, suposiciones, pero no tengo ninguna evidencia. Lo que nosotros estamos pidiendo es información fidedigna, que va a ser transparentada por nosotros mismos. Estamos pidiendo a las universidades una cantidad importante de información, entre otras, transacciones con empresas relacionadas y cada uno va a hacer su juicio respecto del tema. Hay una zona gris, efectivamente, y nosotros creemos que anteriores gobiernos pudiesen haber hecho más para fiscalizar esto. A uno le llama la atención que hayan transado instituciones entre distintas partes. Y estaríamos dispuestos a multarlas y a establecer todos los procedimientos sancionatorios que establece la ley, y eso va a ser mucho más robusto una vez que tengamos una superintendencia. Pero incluso con los instrumentos que tenemos hoy día, si tuviéramos información fidedigna, podríamos establecer algunas sanciones.
Andrés Benítez
Rector U. Adolfo Ibáñez
Benítez: Ha insistido en que las carreras universitarias son muy largas. ¿Piensa que una mejor alternativa es cambiar una parte de la formación de especialidad, que es demasiada, por cursos de formación general?
Beyer: Hay un mito respecto de que programas de cuatro años, o como los europeos que pueden ser de tres años, son mucho más generales y que en Chile se requiere una formación más específica. Pero cuando uno ve la demanda de los empleadores, ellos quieren una formación más general. Y estos programas tienen mucha mayor especialización de lo que se cree. Incluso hay bachilleratos de cuatro años con especialización en Ingeniería y salen bastante bien preparados. Ése es el modelo hacia el que Chile tiene que ir.
Juan Manuel Zolezzi
Rector USACh y pdte. del CRUCh
Zolezzi: ¿Cómo se explica que en Reino Unido los estudios sean gratuitos y en Chile no pueda ser posible?
Beyer: Si uno revisa el panorama mundial -en Alemania, en Austria, incluso en Francia-, la cobertura es mucho más chica. Es un sistema mucho más selectivo y que financia a unos pocos. Pero se pueden dar el lujo porque son países mucho menos desiguales que Chile. Una persona que egresa de la educación superior gana 1,4, 1,5 ó 1,6 veces más respecto de quien egresó de la media. En Chile ganan cuatro veces más. La presión por un sistema masivo es mucho mayor. Y Europa está moviéndose en la dirección contraria. Hasta hace poco había países que no tenían aranceles; ahora casi todos tienen.
Mario Waissbluth
Coordinador Educación 2020
Waissbluth: El ministro, al explicar los beneficios tributarios a la clase media, dio una descripción distinta a los anuncios que hizo el presidente. ¿De dónde surge la discrepancia entre su propuesta, que consiste esencialmente en ayudar al tercer quintil, y la propuesta de deducción al impuesto a la renta?
Beyer: Creo que hubo una confusión. Pero los detalles son: hasta 64 UF de ingreso familiar y hasta un crédito máximo de un 50% de un gasto máximo de 200 mil pesos por hijo. Hay dos topes, porque no queremos financiar a los niños que van a la educación particular pagada. Esto es básicamente niños que tienen financiamiento compartido y los beneficiados van a ser quienes están al final del tercer quintil y en el cuarto quintil.
-En su plan se apuesta por “más Estado”, algo que suena raro en un gobierno de derecha. ¿Cómo se explica?
-Como gobierno nunca hemos sido contrarios al Estado, sino que optamos por el Estado donde tiene ventajas. Aquí el énfasis está puesto en la igualdad de trato. Y ésa es una idea típica de la centroderecha: que a todos los estudiantes se les trate con el mismo respeto, independiente de la institución a la que van. Ahora, cómo se financia es un tema más bien empírico. No nos cortamos las venas porque esto esté en manos del Estado o de la banca privada, sino que donde salga más barato. Y si llegamos a la conclusión que lo más barato es vía Estado, vía Estado va.
-Pero es llamativo que un gobierno de derecha proponga créditos estatales, mientras un gobierno de la Concertación optó por hacerlo con la banca privada…
-Sí, claro. Pero creo que la solución que entregaron en su momento fue una solución inadecuada. Hoy estamos entregando una mejor solución. Lo que sí, y aquí hay una diferencia, ellos no quisieron ir a igualdad de trato entre universidades. A nosotros nos interesa mucho más. Y nos parece que es una idea propia de nuestro sector.
-¿Y es necesario para eso aumentar impuestos? Jovino Novoa dijo que a él no le parecía que fuera el camino.
-Nadie dice que Margaret Thatcher no fue un gobierno de centroderecha. Y Thatcher aumentó la carga tributaria en 1,4 puntos del PIB. Nosotros estamos aumentándola en una proporción mucho menor, pero lo hacemos para financiar una reforma que es ambiciosa, que aumenta la rapidez con que se avanza hacia una igualdad de trato y una sociedad de mayores oportunidades. Sumando y restando, no cuadraban las lucas, y decidimos una reforma tributaria que es un medio, no un fin en sí misma.
-¿Hubieran llegado a esto sin las movilizaciones?
-Sí, porque estaba en el programa de gobierno la idea de ir a un sistema relativamente uniforme de financiamiento. Yo era coordinador del grupo Tantauco, y defendimos la idea de un sistema único de crédito contingente al ingreso. Y eso era con la autorización del presidente.
-¿Y no le hubiera gustado tomar esto desde un inicio?
-Mire… si a uno lo llama el presidente siempre debe decir que sí. Es parte de la actitud republicana de alguien que se ha pasado toda su vida estudiando estos temas, y uno tiene que asumir el desafío. Pero no me llamaron antes, así que yo no hago un análisis mayor respecto a eso.
“Aquí hay que tomar decisiones rápidas”
-¿Cómo ha sido la experiencia de pasar del mundo académico al político?
-El principal cambio es la rapidez. En el mundo académico uno tiene todo el tiempo del mundo para reflexionar. Acá hay que avanzar muy rápido y tomar decisiones muy apresuradas, y eso es parte del juego de la política.
-¿Qué ha cambiado en su vida?
-Lo más notorio es, tal vez, la pérdida de privacidad.
-¿Hay algo que no haya podido seguir haciendo?
-No, no… Pero hay gente que se quiere sacar fotos conmigo, o me manda mensajes para el presidente. O también, el otro día fui con mi hijo al cine y me tiraron una pesadez. Él es chico, le llama la atención. Ese tipo de cosas son raras para uno. Supongo que los políticos están muy acostumbrados, pero yo, que vengo de un mundo donde era desconocido para la población… Es extraño.
-¿Cuál le gustaría que fuera su sello?
-Lo que más me duele en el sistema educacional chileno es que el origen socioeconómico todavía pesa mucho en el desempeño de los estudiantes. Uno lo ve en el Simce, en la PSU, en todos los instrumentos. Si logramos poner una buena educación preescolar que nivele la cancha, vamos a haber dado un gran paso. Mi preocupación son los niños de 13 años y menos. Si logramos hacer ahí un cambio sustancial vamos a tener una educación mucho mejor.
-¿Y cómo ha sido el paso de analizar políticas públicas a difundir políticas públicas?
-No me ha costado tanto, porque estaba acostumbrado a hablar mucho con los medios. Lo distinto son los énfasis que uno tiene que marcar. Uno entiende que tiene que ser mucho más preciso en el lenguaje, tratar de comunicar con mucha más facilidad. Y eso me cuesta más, porque yo sigo siendo, tal vez inconcientemente un analista.
Mariana Aylwin
Ex ministra de Educación
Aylwin: La centroderecha durante años calificó a la educación chilena como un “desastre”. Ahora que es ministro, ¿cuál es su opinión?
Beyer: Yo nunca he hecho esa afirmación y, por lo tanto, me hago cargo de mis propias afirmaciones. Yo siempre lo he dicho en mis presentaciones: creo que el sistema podría ser mejor de lo que es en términos del esfuerzo que hace el Estado financieramente, uno ve los resultados y están por debajo de lo que deberían ser, y que el peso del origen socioeconómico todavía es muy importante. Las dos cosas creo que hay que combatirlas, pero nunca he pensado que el sistema de educación chileno esté en crisis. Yo creo que mi percepción era balanceada y sigue siendo balanceada.
Luz María Budge
Decana de Educación, U. Finis Terrae
Budge: ¿Se ha pensado reorganizar el currículo para poner cinco horas de inglés a partir de kínder?
Beyer: De hecho, estamos en un proyecto piloto que beneficia a alrededor de 300 mil niños de 1º a 4º básico con materiales de inglés y vamos a evaluar cuál es el efecto de eso, pero este año estamos por primera vez entregando libros y textos escolares de 1º a 4º básicon en 1.500 establecimientos, que justamente buscan ver cuál es el efecto de esto, porque estamos conscientes que hoy el inglés parte muy tarde, en 5º básico, así es el currículo nacional. Dependiendo de cómo nos vaya con nuestra experiencia piloto, vamos a tratar de masificar esto. Es un tema que nos parece importante.
Tomás Recart
Director ejecutivo Enseña Chile
Recart: ¿Cómo podemos asegurar que los profesores tengan un tiempo suficiente y de calidad para la labor fuera de la sala de clases? Hoy no es suficiente.
Beyer: La Agencia de Calidad también va a ver indicadores de desempeño, cómo aprovechan los profesores el tiempo. Va a hacer un informe muy amplio sobre cómo están empleándose los docentes y va a hacer recomendaciones de esta naturaleza y, por lo tanto, nosotros creemos que este esfuerzo adicional que estamos haciendo en términos de horas, que es bastante caro, es un esfuerzo que va a dar frutos. Ahora, dependiendo de cuál sea la medición del impacto de estas horas se va a ver si conviene extender esta política en el tiempo.
nconscientemente, un analista.
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