Ayuda estudiantil como palanca de cambio
Jose Joaquin Brunner, La Tercera, 30 abril de 201
http://diario.latercera.com/2012/04/30/01/contenido/opinion/11-107350-9-ayuda-estudiantil-como-palanca-de-cambio.shtml
¿CUALES SON los principios y criterios que orientan la propuesta del Mineduc en materia de ayudas estudiantiles? Primero, financiamiento compartido de la educación superior o terciaria. Esta es también la regla común en los países de la Ocde. Concurren a financiar las instituciones el Estado y los privados, en particular los estudiantes que pagan aranceles, sea directamente o contrayendo un crédito.
Segundo, el carácter público del esquema de ayudas estudiantiles. El dinero y la administración serían provistos por el Estado en reconocimiento del valor social y no sólo privado de la educación terciaria. Para esto se crea una agencia especializada encargada de la gestión de los préstamos estudiantiles y becas.
Tercero, trato igualitario de los alumnos beneficiados por este esquema. Con ello se pone fin a la odiosa discriminación entre jóvenes con las mismas necesidades socioeconómicas y similares méritos según la institución en la cual se matriculan. En adelante habrá un solo esquema de ayuda para estudiantes de centros de formación técnica, institutos y universidades, pertenezcan o no al Cruch.
Cuarto, las instituciones deberán controlar sus costos y los aranceles que cobran mientras los estudiantes, una vez graduados, destinarán sólo un porcentaje limitado de sus ingresos al pago del crédito contraído. En breve, habrá más protección para los estudiantes y exigencias de autocontrol y eficiencia para las instituciones, y por ende, un mejor desempeño y una mayor efectividad del esquema de apoyo.
El esquema esbozado por el gobierno recoge el aporte técnico de diversos actores y se adapta al sistema mixto de provisión existente en Chile. Al aumentar el gasto público vía subsidios estudiantiles y moderarse la presión al alza de los aranceles, crecerá el numero de jóvenes de escasos recursos que accederán a la educación superior. Esto puede ser positivo para la movilidad social, el fomento de la ciudadanía y la acumulación de capital humano.
Para realizar estos beneficios se requiere que las universidades mejoren sustancialmente su desempeño. Deben renovar sus currículos, hacerlos más sensibles a las demandas de la sociedad, reducir la duración y sobrecarga de los programas, emplear métodos pedagógicos y tecnologías más adecuadas y, sobre todo, generar apoyos efectivos para los estudiantes con déficit de formación. De esta manera disminuirían las altas tasas de deserción, aumentaría la graduación oportuna y mejoraría la empleabilidad de los jóvenes.
En suma, podríamos estar al comienzo de un proceso de vastas proyecciones. Falta que el gobierno explicite y concrete su propuesta, hasta ahora un mero bosquejo. A partir de allí se derivarán múltiples desafíos: reducir la deserción, contener y controlar costos, alinear aranceles cobrados con aranceles de referencia, cambios curriculares, aliviar los programas de estudio, incrementar la eficiencia interna y externa de las instituciones, fortalecer el sistema de acreditación, precisar las obligaciones institucionales de informar, regulaciones más estrictas y mayor rendición de cuentas, transparencia del sistema en su conjunto, y monitorear y mejorar la empleabilidad de los titulados.
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