Educación superior: la agenda faltante
Febrero 12, 2012

Columna de opinion publicada hoy domingo 12 de enero de 2012.
Educación superior: la agenda faltante
2012 será un año de prueba: llamados a rendir examen serán el Gobierno y las políticas del Mineduc, las instituciones y el CRUCh, y los principales actores: rectores, académicos y federaciones estudiantiles.
José Joaquín Brunner, El Mercurio, 12 de febrero de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/02/12/educacion/_portada/noticias/5DE7966F-40BD-48FB-822B-94815D50A15F.htm?id={5DE7966F-40BD-48FB-822B-94815D50A15F}
¿Estamos bien encaminados, o no, con las iniciativas impulsadas en la educación superior? Para empezar, ¿cuáles son?
Primero, mayor gasto público en el sector vía créditos y becas estudiantiles (demanda) y, limitadamente, vía apoyo a las universidades del CRUCh (oferta). Enseguida, regulaciones más exigentes para cautelar la legalidad, otorgar transparencia a este mercado y proteger a los estudiantes (más información y control vía una superintendencia) y para asegurar estándares de calidad (acreditación reforzada, exámenes nacionales, mayor escrutinio y accountability ).
Y, por ultimo, una puesta al día de los procesos de admisión a la educación superior a través de la revisión de la PSU y la incorporación de nuevos instrumentos selectivos, con el fin de combinar mejor mérito y equidad.
Es una agenda ambiciosa. Pero avanza sólo lenta e irregularmente y, a pesar de su amplitud, es todavía insuficiente.
¿Por qué decimos que su aplicación se halla rezagada y es desigual? En cuanto al financiamiento, subsiste un desequilibrio entre el limitado esfuerzo del Estado y el masivo aporte de los hogares. Por otro lado, se mantiene la confusión en cuanto a cómo subsidiar la oferta (las instituciones). La idea del ministro Beyer de concentrar recursos en la investigación científico-tecnológica es interesante, pero muy parcial y falta de maduración aún. La superintendencia propuesta al Parlamento no ha obtenido consenso hasta ahora y no es claro, tampoco, cómo interactuaría con la Comisión Nacional de Acreditación, cuya propia reforma se encuentra pendiente.
Si ambas instancias no son diseñadas en relación una con la otra, la regulación resultante será débil y subsistirán los problemas. Los cambios proyectados para modernizar y flexibilizar los procesos de admisión y hacer más equitativa la selección por mérito avanzan en cámara lenta, responsabilidad compartida del CRUCh y el Gobierno.
Además, dijimos, esta agenda es claramente insuficiente. ¿Por qué?
Porque no se hace cargo de los desafíos formativos que enfrenta el sistema al comenzar el siglo XXI. Por ejemplo, las élites -políticas, empresariales, profesionales, culturales, militares- que allí se forman, en el grupo de instituciones más selectivas, continúan siendo educadas bajo un principio estrecho de temprana especialización.
Carecen, por lo mismo, de una visión general de su época y del mundo, de un horizonte fundado en los esquemas cognitivos de las ciencias y las humanidades, de un manejo de las competencias esenciales para asumir roles de conducción en la sociedad contemporánea. En breve, no hay en nuestro sistema cabida para la educación general o liberal, para una paideia de los grupos dirigentes. Tampoco se despliega un esfuerzo consistente para mejorar la educación masiva, no-selectiva, que es la función más interesante y progresista del sistema en su fase actual de desarrollo.
No se ha incorporado masivamente, por ejemplo, la formación por competencias vinculadas a la empleabilidad de las personas. No hay avances sustantivos en el aprendizaje del inglés ni en la enseñanza basada en la red ni se ha generalizado el uso de los medios digitales. No se otorga la importancia requerida a la educación técnico-vocacional, a pesar de su rápida expansión durante los últimos cinco años. Ni se involucra al sector empresarial en esta actividad que posee un indudable impacto en la economía.
En fin, 2012 será un año de prueba: llamados a rendir examen serán el Gobierno y las políticas del Mineduc, las instituciones y el CRUCh, y los principales actores: rectores, académicos y federaciones estudiantiles. Los desafíos son múltiples y sobrepasan con mucho la agenda a la mano, la mera mantención del statu quo y la protesta en las calles. ¡Se requiere más que todo eso!

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