Harald Beyer analiza el proceso de admisión 2012: “Espero que este año las manifestaciones se concentren en movilizaciones y no en tomas y paros”
El ministro de Educación asegura que las movilizaciones afectaron a las universidades del Consejo de Rectores e impactaron positivamente en las no tradicionales. Declara “obsoleto” diferenciar los planteles por su fecha de creación y dice que trabajará por un sistema que entregue aportes de acuerdo a la “complejidad” de cada institución.
Juan José Lyon y Cecilia Derpich, El Mercurio, 22 de enero de 2012
Como uno de los expertos más reconocidos por todos los sectores en el tema educacional, hubiera sido el entrevistado ineludible de esta semana para analizar el singular proceso de admisión 2012. Tanto porque, por primera vez, participan del sistema de admisión no sólo universidades tradicionales sino que también ocho de las no tradicionales, como porque muestra los resultados que se dan tras las mayores movilizaciones estudiantiles del último tiempo.
Pero hace 24 días se convirtió en ministro de Educación y, a su análisis técnico, agrega los lineamientos que este año marcarán los planes del Gobierno para financiar las universidades y qué espera de la relación con estudiantes, rectores y el Congreso.
Desde su oficina ministerial, que mira a una tranquila Alameda sin marchas, habla con soltura de experto y a simple vista, sin cálculo político evidente.
-¿Cuál es su análisis de este proceso de admisión?
-Tenía la novedad de incorporar al sistema único de postulaciones a ocho universidades privadas y a eso le damos la bienvenida. Nos interesa que ojalá más universidades se incorporen a este proceso único: gana el sistema en transparencia y en menores costos para los estudiantes, que tienen una sola vía de postulación. Eso en sí es interesante.
También notamos una mayor dispersión en los mejores puntajes. Nos llamó la atención, sobre todo si uno mira los 5 mil y los 27.500 primeros, que son los que tienen derecho a Aporte Fiscal Indirecto, que las universidades del Consejo de Rectores disminuyeron en forma importante la proporción que matricularon. Eso muestra un sistema que es mucho más dinámico, con un desarrollo natural de las universidades privadas, pero también probablemente el efecto de las movilizaciones, tomas y paros. Es muy difícil pensar que eso no tuvo un efecto.
-¿Cuál fue el impacto real de las movilizaciones?
-Las universidades privadas fuera del Consejo de Rectores todavía están matriculando, entonces no tenemos claro el impacto de la admisión de 2012. No sabemos si perdieron en términos relativos. Lo que sí sabemos es que las universidades privadas quedaron muy contentas. Mi tesis es que las tomas y los paros tuvieron el efecto de alejar a los mejores puntajes de las universidades que vivieron esa situación. Y prefieren elegir universidades que estén más lejanas a eso. Espero que este año las manifestaciones se concentren en movilizaciones y no en tomas y paros.
-¿Es de los que opinan que cambió el mapa universitario?
-Lo veo de manera más moderada porque siguen habiendo universidades líderes que casi no fueron afectadas. Lo que sucede en Chile es que el sistema universitario es muy segmentado, como en todas partes del mundo. Hay un grupo de universidades que captura de todas maneras a los mejores puntajes y luego se va produciendo una mayor dispersión en ellos. Lo novedoso es que en el tramo secundario (descartando las líderes: U. Chile y U. Católica) se empieza a producir mucha mayor dispersión.
-¿Qué cuenta deben sacar las universidades privadas?
-Hay un grupo de universidades privadas que está haciendo muy bien su trabajo, están incorporando investigadores, jornadas completas, aspirando a ser universidades un poquito más complejas que las que hemos tenido en el pasado. Eso eleva el nivel general del sistema universitario y también le damos la bienvenida a eso. Otras han mantenido la idea ser universidades docentes básicamente, que nos parece que es una opción legítima, pero esas universidades tienden a producir menos bienes de uso público como investigación, más ciencia y tecnología. Por lo tanto, el desarrollo es bien dispar, pero eso es esperable. El actual desarrollo es positivo y hay cambios interesantes en las opciones para los estudiantes, que pueden elegir los proyectos educativos que les parezcan más razonables según sus habilidades e intereses.
-El que haya un grupo de universidades privadas que esté participando en el proceso de admisión, que haya puntajes nacionales que las hayan puesto como primera opción, que hayan elevado sus puntajes o completado sus vacantes el primer día, ¿da cuenta de la consolidación de un grupo de ellas?
-Hay una consolidación. Tenemos un sistema de provisión mixta, con un grupo de universidades relativamente nuevas que se crearon en los últimos 30 años. Algunas de ellas están en un proceso de maduración, algunas además aumentado su calidad y otras, si bien se han consolidado, uno todavía esperaría que mejoraran aún más su calidad en el futuro. Estamos interesados en elevar las exigencias para todas las instituciones. Este año vamos a presentar un proyecto que renueva el sistema de aseguramiento de la calidad para ir hilando mucho más finamente las exigencias que les queremos poner a las instituciones.
-¿Cree que es válida la diferencia entre las universidades del Consejo de Rectores y las que no lo son?
-Esa es una distinción que está obsoleta y hay que ir gradualmente moviéndose hacia un esquema distinto, en la línea de agrupar a las universidades de acuerdo a su grado de complejidad. Distinguiendo entre aquellas que cumplen altos estándares, que son complejas y graduando en función de esa complejidad hasta llegar a aquellas universidades que son puramente docentes, que también cumplen un rol pero que no producen bienes públicos en el sentido más amplio de la palabra. Eso tiene más sentido que esta división previas a 1981 o posteriores a 1981, Consejo de Rectores o no Consejo de Rectores. También creo que sólo hay universidades de investigación en el Consejo de Rectores, y hay que considerar tratarlas de forma distinta y apoyarlas un poquito más de lo que se las apoya ahora, porque son las que están generando mucha parte de la ciencia e investigación que se realiza en nuestro país.
-El miércoles, durante su exposición en el Congreso, dijo que el actual sistema de financiamiento está obsoleto. ¿Qué factores deberían tomarse en cuenta para uno nuevo?
-Queremos trabajar codo a codo con las universidades y pensar en un sistema más permanente de financiamiento, de largo plazo y más moderno, que recoja precisamente que hay universidades de distinta complejidad. Lo que quiero trabajar con las universidades es que dejemos atrás esta forma de financiar que tiene una raíz histórica pero que no está pensando en 2020 o en 2025. Aquí hay un grupo de universidades más complejas, a esas las vamos a apoyar más decisivamente; hay un grupo emergente o con investigación, que requieren un apoyo mucho más focalizado. También tenemos universidades docentes, por ejemplo algunas regionales, que también producen bienes públicos, que hay que tratar de un modo distinto de una universidad que es puramente docente.
-¿Cómo debería medirse la “complejidad” de la que habla? Las universidades de regiones lamentan no tener las mismas condiciones que las metropolitanas para la investigación. Y algunas “docentes” dicen que abordan a un grupo de estudiantes de colegios vulnerables que no obtienen buenos puntajes PSU y que quedan marginados de procesos selectivos.
-Hay que evaluar por los bienes públicos que producen. En ese caso, las universidades docentes que atienden a un grupo de estudiantes en situación de vulnerabilidad especial, están produciendo un bien público, y por lo tanto requieren un financiamiento especial para eso. Pero hay otras universidades que son meramente docentes y que no hacen una función social propiamente tal y no están produciendo un bien público. Tenemos que definir un sistema transparente de asignación, que genere al interior de los grupos una cierta competitividad por los recursos. Estoy abierto a ese tipo de consideraciones.
-¿Y qué pasa con los institutos profesionales y centros de formación técnica?
-Hay financiamiento para los estudiantes, pero no financiamiento directo de instituciones.
-¿Cree que esta idea tendrá buena recepción en los rectores?
-Creo que la idea de pensar un poquito “fuera de la caja” es siempre bien recibida. Pensar cómo queremos que sea este sistema de financiamiento e ir trabajando para eso. No ahora, porque requiere una transición, sino que en 2020.
-¿Les ha planteado esta idea?
-En algunas conversaciones les he planteado un poco esta idea y la miran con atención, pero no he hecho un planteamiento formal todavía.
-La semana pasada “El Mercurio” publicó un ranking de universidades realizado por el ex rector de la UC, Pedro Pablo Rosso, y la investigadora Claudia Reyes. ¿Qué opina de esa clasificación?
-Más allá de los indicadores que utilizan, creo que ese es el tipo de cosas en torno a las que hay que moverse. Ellos toman lo que tengo en la cabeza, que es la clasificación de la Carnegie Foundation que lleva muchos años clasificando universidades y que crecientemente está penetrando en América Latina como guía para definir financiamiento de las instituciones. Tenemos que ponernos de acuerdo en cuáles son los estándares apropiados y, una vez que uno tiene esos estándares, ver cómo cada universidad clasifica dentro de cada uno de estos grupos. Pienso que si uno es relativamente exigente, las universidades complejas en Chile son cuatro o cinco. Y si uno es un poquito menos exigente podrían ser ocho. Y en ese grupo veo sólo universidades del Consejo de Rectores.
”Ojalá más universidades se incorporen a este proceso único. Gana el sistema en transparencia y en menores costos para los estudiantes”.
”Notamos una mayor dispersión en los mejores puntajes (…) Las universidades del Consejo de Rectores disminuyeron en forma importante la proporción que matricularon”.
”Queremos trabajar codo a codo con las universidades y pensar en un sistema más permanente de financiamiento, de largo plazo y más moderno, que recoja precisamente que hay universidades de distinta complejidad”.
“Aquí es una carrera contra el tiempo”
-¿Con qué se encontró cuando asumió el ministerio?
– -Con una tarea tremenda. Con una serie de proyectos de ley que ya están en el Congreso, por lo que me toca mucho ir para allá. Hay un ánimo amplio de avanzar en resolver problemas. Incluso lo he notado en los parlamentarios opositores. Con desafíos inminentes, como es la carrera profesional docente, que es un gran proyecto que hay que enviar antes del 1 de marzo y trabajando full para que sea lo mejor posible. Con una serie de desafíos de gestión interna asociados a lo que yo llamo lograr un buen equilibrio entre autonomía y control.
-¿A qué se ha dedicado en estas semanas?
-Estuve en el Congreso, también teniendo reuniones con los equipos y buscando formas de ir perfilándonos. Quedan dos años y queremos dejar en claro qué estamos haciendo. Este es un ministerio que tiene muchas iniciativas y hay poco tiempo para tratar de articularlas. Queremos que quede muy claro en la opinión pública por qué se están tomando estas medidas, cuáles son los ejes estructurales y finalmente qué es lo que queremos dejar como gobierno en esta materia.
-¿Cuál ha sido la diferencia más grande entre ser “ministro” y ser “experto”?
-¡El ritmo, el ritmo! Aquí es una carrera contra el tiempo. Cuando uno está afuera, hay pausas para pensar lo que se está planteando. Aquí no hay tiempo para eso, entonces, exige mucho más cuidado.
-¿Cómo ha sido su relación con el Congreso?
-Yo creo que buena. He sentido un clima de discusión, donde las diferencias afloran, pero al mismo tiempo, creo que hecho ver mi punto de vista, hacia dónde queremos ir, y no he sentido un conflicto mayor a pesar que el clima político no es tan positivo como uno desearía.
-¿Ha tenido algún relación con los dirigentes estudiantiles?
-No. Informalmente me he encontrado con ellos en el proyecto de superintendencia y los escuché. Nos saludamos, pero no he tenido una reunión más formal.
-¿Espera invitarlos a conversar al ministerio?
-No tengo ningún problema. Tenemos que encontrar los mecanismos de acercamiento. Me interesa plantearles lo que estoy haciendo, por qué lo estamos haciendo, y definir un espacio eventualmente de discusión y de diálogo. Ya recibí a la dirigencia del Colegio de Profesores, tuvimos un buen diálogo con intereses comunes más allá de nuestras diferencias y no veo por qué no podría tener lo mismo con los estudiantes.
-¿Los va a invitar?
-Ellos, en algún momento, tenían la posibilidad de venir a saludarme, pero lo descartaron. Tenemos que encontrar los mecanismos de acercamiento, pero me interesa plantearles lo que estoy haciendo y por qué, y definir un espacio eventualmente de discusión y de diálogo.
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