Se encuentra en circulación el último número de la Revsita de Investigación Educativa de la Universidad Veracruzana, México. Ver Índice a continuación y, más abajo, el Editorial de este número.
Revista de Investigación Educativa
julio-diciembre, 2010
No. 11
Índice
Investigación
El tiempo en clases de ciencias: Tránsito de primaria a secundaria
María de la Riva y Antonia Candela
“Se levanta en el mástil mi bandera…”
Reflexiones en torno al nacionalismo mexicano
Salvador Sigüenza Orozco
Impacto de los indicadores del Programa Integral de Fortalecimiento Institucional en las universidades públicas estatales en México
Fabiola Ramiro Marentes, José Luis Arcos Vega, Juan José Sevilla García y Sergio Pascual Conde Maldonado
Clasificación de niveles de uso tecnológico: una propuesta con estudiantes de recién ingreso a la universidad
Patricio Henríquez Ritchie y Javier Organista-Sandoval
Crítica y opinión
Contribución del Análisis Estadístico Textual a la labor del tutor académico y el orientador educativo
Ma. de los Ángeles Silva Mar, María Luisa Hernández Maldonado y Areli Sosa Mora
Reseñas
Cómo vivo la escuela: oficio de estudiante y micro-culturas juveniles, de Luz María Velázquez Reyes
Domingo Balam Martínez Álvarez
La paradoja sexual: de mujeres, hombres y la verdadera frontera, de Susan Pinker
Irmgard Rehaag
La CPU-e, Revista de Investigación Educativa, es una publicación de investigación y desarrollo; seriada, de aparición semestral y editada en una plataforma electrónica para consulta exclusiva a través de internet, de acceso gratuito y libre impresión.
Su objetivo primordial es difundir resultados y avances significativos de investigaciones realizadas en el extenso campo de la educación, constituyéndose, por ende, en un acervo bibliográfico de artículos originales que registra tanto el estado de la cuestión como las etapas previas en el progreso de las investigaciones.
Es también un espacio para la crítica fundamentada, el debate, la reflexión y el análisis en torno a procesos de coyuntura, así como una fuente de insumos y recursos prácticos enfocados hacia las necesidades concretas de los docentes de todos los niveles del sistema educativo.
Desarrollada al interior del Instituto de Investigaciones en Educación, la CPU-e, Revista de Investigación Educativa, está bajo el cuidado y la dirección del siguiente Cuerpo Editorial:
Comité Editorial Externo
Dra. Teresa Aguado Odina
Universidad Nacional de Educación a Distancia (España)
Dr. José Joaquín Brunner Ried
Universidad Diego Portales (Chile)
Dra. Aurora Elizondo Huerta
Universidad Pedagógica Nacional (México)
Mtra. Cecilia Fierro Evans
Universidad Iberoamericana León (México)
Dr. Jacques Fijalkow
Université de Toulouse-Le Mirail (Francia)
Dr. Jesús Francisco Galaz-Fontes
Universidad Autónoma de Baja California (México)
Dra. Eugenia Guadarrama Olivera
Universidad Veracruzana (México)
Dr. Romualdo López Zárate
Universidad Autónoma Metropolitana (México)
Dra. Alejandra Pellicer Ugalde
Departamento de Investigaciones Educativas-CINVESTAV (México)
Dra. Beatriz Pérez Galán
Universidad de Granada (España)
Dra. Silvia Schmelkes del Valle
Secretaría de Educación Pública (México)
Dr. José Antonio Serrano Castañeda
Universidad Pedagógica Nacional (México)
Dr. Emilio Tenti Fanfani
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación/UNESCO (Argentina)
Dra. María Candelaria Valdez Silva
Universidad Autónoma de Coahuila (México)
Comisión Editorial
Francisco Alfonso Avilés
Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
Universidad Veracruzana
Gunther Dietz
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
José Antonio Hernanz Moral
Instituto de Filosofía
Universidad Veracruzana
Themis Ortega Santos
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
Irmgard Rehaag Tobey
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
Jorge Vaca Uribe
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
Director
Héctor Hugo Merino Sánchez
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
Cynthia Palomino Alarcón
Apoyo Editorial
EDITORIAL
Éste es un año de grandes conmemoraciones para nuestro país. La presencia constante de alusiones al bicentenario de la guerra de insurgencia y el centenario de la revolución nos invita no sólo a la celebración patriótica, sino a una profunda reflexión sobre lo que ha significado doscientos años de vida independiente en México. Aunque un balance general de lo acontecido durante dos centurias resulta complejo, o tal vez, incluso, poco útil si no se aborda de manera diferenciada, es posible realizar acercamientos disciplinarios que permitan recuentos más precisos en las distintas esferas de la vida social.
En este marco festivo, me interesa destacar la importancia que cobra la historia, no únicamente desde la reconstrucción historiográfica de sucesos y personajes, sino desde una perspectiva mucho más crítica. Un abordaje crítico permitiría contemplar el pasado de forma no monolítica o teleológica, sino en función de correlaciones de fuerzas entre instituciones, grupos o personas que, a partir de vaivenes en los balances de poder, imprimen sobre ese pasado unos imperativos, una intencionalidad particular, cuya aparente universalidad oculta mudanzas que operan de acuerdo con las necesidades del poder en turno.
Así, el rescate de aspectos que tuvieron devenires específicos en la historia de nuestro país, puede arrojar luz acerca de la manera en que el presente se enfrenta a mitos, continuidades, cambios, o bien interpretaciones parciales de aquello que Wilhelm Dilthey (1994) ha llamado “la razón histórica”. Para ilustrar este punto, analizar el papel que ocupan las mujeres en el imaginario culturalmente construido puede resultar altamente revelador del proceso de invisibilización de una presencia siempre constante, pero negada, que se disfraza a futuro a manera de derechos logrados en la lucha y graciosas concesiones del poder. ¿Por qué pareciera que las mujeres tenemos que defender a cada paso nuestros derechos, sin que cristalicen de manera efectiva las luchas, los logros y los espacios ganados en el pasado?
Si revisamos el registro de hechos históricos acaecidos desde hace doscientos años, encontraremos la constante alusión a una participación femenina anónima, colectiva, poco identificable, pero que no hace más que demostrar que las mujeres hemos estado siempre ahí, aunque no se nos considere lo suficientemente significativas en la arena social que amerite una mención clara, distinguible de nuestro actuar. Desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, en la efervescencia de las conspiraciones y conjuras tramadas para hacer partícipes a los nacidos americanos de los privilegios concedidos sólo a los peninsulares, las actividades femeninas como anfitrionas de tertulias, conspiradoras, mensajeras o espías fueron lo suficientemente importantes como para merecer alguna mención de los historiadores de la época. No por casualidad el comandante de la plaza realista de Sultépec afirmó que había que extremar precauciones contra las mujeres porque no existía ninguna que no fuera “una berdadera insurgenta” (García, 1985)
Es importante señalar que las mujeres hacían frente a las desventajas que su condición imponía durante la Colonia. Ser mujer implicaba recibir, en el mejor de los casos, una educación muy precaria, centrada en el aprendizaje de la doctrina católica y la buena administración del hogar. Por ejemplo, se dice, aunque es bastante poco realista sostenerlo, que la misma Josefa Ortiz no sabía escribir, aunque sí leer, y transmitía sus mensajes a los conspiradores recortando letras de materiales impresos. No es difícil, sin embargo, que sus conocimientos formales no pasaran mucho de ahí.
En esta dirección, aunque las mujeres de las clases hegemónicas recibieran algún tipo de educación en las escuelas llamadas “amigas”, en los conventos y aún en sus mismos hogares, además de la lectoescritura, la aritmética básica y la formación religiosa, el resto de la educación estaba destinada a la adquisición de modales refinados (Carner, 1992). No obstante, existían ya desde principios del siglo XIX voces ilustradas que pugnaban por incluir en la formación femenina algún adiestramiento en la administración de los bienes y la capacitación para ejercer un oficio digno y remunerado en caso de viudez. Lizardi planteaba la necesidad de que las mujeres “decentes” vigilaran la educación, higiene y salud de los hijos, para lo cual requerirían un aprendizaje específico. Las mujeres del “pueblo llano” podrían aspirar a la servidumbre y evitar así la caída a la prostitución.
La idea de mejorar la educación de las mujeres no estuvo exenta de acalorados debates entre los que temían que ello acarrearía una pérdida de autoridad de los varones y los que estimaban que la sociedad se beneficiaría con madres mejor preparadas para educar eficientemente a los niños (Tuñón,1991). Este debate da cuenta de que la necesidad de discutir, tomando la debida distancia, alguna suerte de proceso de ciudadanización femenina empezaba a gestarse en muchas conciencias.
Así, es posible encontrar esfuerzos por la reivindicación de los derechos de las mujeres desde la segunda mitad del siglo XIX (Alvarado, 2005), su manifestación pública durante el porfiriato, así como una presencia inocultable durante la lucha revolucionaria –siempre como soldaderas, nunca como protagonistas– y su posterior consolidación. Sin embargo, la historia no vacila en presentarnos la contienda, por ejemplo, por el logro del voto femenino como una graciosa concesión masculina hacia la causa de las mujeres. El realce de personajes como Salvador Alvarado en Yucatán, o César Córdova en Chiapas, como paladines de la promoción de la ciudadanía femenina y sus derechos políticos, ocultan la dura lucha que significó para las mujeres la obtención del voto universal en 1953.
No siendo éstos más que meros esbozos para sugerir una línea de pensamiento más productiva y crítica a la luz de nuestros centenarios, sirva el presente apunte como inicio para semblantear una posible reflexión, menos para la autoindulgencia y más para el examen crítico de nuestro posicionamiento, a dos siglos de construcción como país soberano.
Rosío Córdova Plaza
Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
Universidad Veracruzana
Referencias
Alvarado, L. (2005). Educación y superación femenina en el siglo XIX: dos ensayos de Laureana Wright. Cuadernos del archivo histórico de la UNAM, 19.
Carner, F. (1992). Estereotipos femeninos en el siglo XIX. En C. Ramos, M. de J. Rodríguez y otros, Presencia y transparencia: La mujer en la historia de México, México: El Colegio de México.
Dilthey, W. (1994). Crítica de la razón histórica. Barcelona: Península.
García, G. (1985). Documentos Históricos Mexicanos, tomo V. México: SEP.
Tuñón, J. (1991). El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas. Volumen III/El siglo XIX (1821-1880). México: INAH..
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