Columna de opinión publicada en el diario La Segunda, 26 septiembre 2007.
Bicentenario de la educación
José Joaquín Brunner
U.Diego Portales
A medida que se acerque el Bicentenario se multiplicarán no sólo las celebraciones y galas, sino también los balances republicanos, los estudios retrospectivos y las reflexiones sobre el estado en que se encuentra nuestra sociedad. La memoria colectiva es esencialmente simbólica: está hecha de hitos y de ritos, de leyendas y mitos, de monumentos y epopeyas. Sobre todo, se alimenta de reinterpretaciones de la historia.
En estos días, la Universidad Diego Portales realiza un seminario sobre “Pluralismo y diversidad en el Chile del Bicentenario”, con discusión sobre temas de educación, cultura y política. Particular interés tiene aquí el tópico educacional.
En efecto, hoy, igual que en 1910, la educación está en el centro de las preocupaciones de la sociedad. Ayer alarmaba el hecho de que la gran mayoría de niños y jóvenes se hallaba excluida del sistema escolar. Hoy, cuando prácticamente todos están incluidos, preocupa el bajo rendimiento del sistema y la segmentación socioeconómica de sus resultados. Ayer se discutía sobre la legitimidad de imponer la obligatoriedad de la educación elemental a las familias; hoy, en cambio, si acaso el acceso a la educación es garantía suficiente de una formación de calidad para todos. Ayer se esperaba que la educación enseñase a “leer, escribir, contar y rezar”; hoy se exige que prepare a las personas para integrarse a una sociedad que usa intensamente la información y el conocimiento y que se halla envuelta en los riesgos e incertidumbres de la globalización.
También en el presente hay un clima de descontento con la efectividad del desempeño formativo de la nación. La diferencia estriba en que mientras ayer éramos un país que podía llamarse a sí mismo joven, hoy ya no tenemos la excusa de la inmadurez. Entonces la educación fue considerada crucial para formar la nación e integrarla en un común sentido de su historia republicana. Hoy lo es como condición para asegurar su crecimiento, el empleo a todos sus miembros; para terminar con la pobreza y acortar la distancia entre las clases sociales. En 1910 el intento de refundar la educación sobre la base de universalizar obligatoriamente la enseñanza elemental fracasó. Demoramos más de un lustro en llegar a esa meta y otro medio siglo en completar la cobertura de la educación secundaria.
La pregunta es si acaso para el Bicentenario seremos capaces de universalizar su calidad y equidad.
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