Respuestas preparadas en función de un cuestionario del diario La Segunda, 11 de julio, 2007.
1.- ¿Qué le parece que los rectores de las ues tradicionales no sean parte del Consejo de Innovación? ¿es legítima su queja o están sobre reaccionando?
R.: Me parece que la composición del Consejo se ajusta a la naturaleza y funciones del organismo. Éste debe entregar con independencia recomendaciones de política, estrategia y financiamiento de la innovación. Sus miembros expresan a mi juicio un adecuado equilibrio entre el Gobierno, la academia y sus investigadores, la empresa –directivos y trabajadores–, y especialistas en análisis de políticas públicas y requerimientos de capital humano avanzado.
La mayoría de los consejos de esta naturaleza (Australia, Finlandia, Holanda, India, Irlanda, Japón, etc.) tiene una composición similar y en ellos no participan los rectores. Allí donde tienen presencia, siempre limitada en número (como ocurre en Canadá, Estados Unidos, Inglaterra y Nueva Zelanda), se espera que ellos actúen no como representantes institucionales sino como consejeros a título de sus méritos propios. Por cierto, los rectores deben aportar sus ideas y formular propuestas. Y el Consejo tiene el deber de escucharlos con atención, igual que a los demás actores del sistema nacional de innovación.
Sería interesante conocer –más vale tarde que nunca– la opinión de fondo de los Rectores respecto de los dos informes que hasta aquí ha entregado el Consejo, uno al Presidente Lagos, el otro a la Presidenta Bachelet. En suma, me parece que el malestar expresado por los Rectores en días recientes necesitaría acompañarse de un análisis en profundidad, por parte de las autoridades universitarias, de las propuestas que viene formulando el Consejo. De lo contrario aquel malestar podría interpretarse nada más que como una reivindicación de intereses corporativos o como una equivocada apreciación del rol que cabe al Consejo.
2.- ¿Qué riesgos puede generar esta situación para la investigación en Chile?
R: En verdad, no veo riesgos aquí sino, por el contrario, nuevas oportunidades que se abren para la comunidad de investigación. De hecho, hay más recursos, una mayor prioridad gubernamental para la ciencia y la tecnología y una mayor diversidad de instrumentos de apoyo para los innovadores. Sería inexcusable que por motivos de un orden menor desperdiciáramos estas oportunidades.
3.- Ellos han amenazado con no participar en el proyecto de Conicyt sobre financiamiento basal ¿Qué problemas podría traer eso?
R: Bueno, habrá que esperar y ver. La posibilidad de contar con estos financiamientos llamados basales o institucionales ha sido una larga y hasta ahora insatisfecha demanda de los investigadores. Sería incomprensible que ahora, cuando están al alcance de la mano, la autoridades universitarias, en vez de dar curso a los proyectos que los investigadores están preparando, cierren las puertas o corten el diálogo con el Gobierno.
4.- ¿Cuánto de cierto hay, a su juicio, que el pedir a los nuevos centros de investigación que tengan personalidad jurídica distinta a la de las universidades implique “privatizar” a los investigadores o “desmantelar” a las universidades de su masa crítica?
R: No puedo creer que una formalidad como ésta –que por lo demás ya está presente y ha sido bien aceptada o, al menos, no objetada, en el caso de los centros Milenio y del programa de Fortalecimiento para Centros Regionales de Desarrollo Científico y Tecnológico– pudiera tener consecuencias tales como privatizar a los investigadores o desmantelar a las universidades de sus grupos más dinámicos y de mayor excelencia. Sin duda se trata de una exageración. ¿Acaso las propias universidades no crean fundaciones, corporaciones, servicios anexos, regímenes de consultoría para sus académicos y variadas instancias para actuar con mayor celeridad y flexibilidad o para cooperar entre sí o con la industria privada? En verdad, hace falta una mejor explicación.
5.- ¿Es posible que este proyecto le abra el apetito a los investigadores para “independizarse” de las universidades? ¿Es ese el temor de los rectores?
R: Es bien sabido que, en el mundo entero, los investigadores tienen puesta su primera lealtad en la disciplina y la comunidad de pares de la cual forman parte antes de que en su universidad. Es un hecho de la causa. Pero los investigadores, al menos en Chile, no poseen un mercado amplio y fluido. Ni pueden tampoco, ni quisieran creo yo, independizarse, pues su trabajo supone en la mayoría de los casos interacción en grupos, costosas infraestructuras y equipos, identidad con núcleos de investigación que no son fáciles de reemplazar, etc. En suma, me parece que el temor expresado es tan excedido como lo es la creencia de que un vínculo jurídico puede amenazar la estabilidad de las instituciones. Nuestras mejores universidades son bastante más fuertes, creo yo, de lo que parecen suponer quienes manifiestan estas aprensiones.
6.- Si usted estuviera a cargo de una universidad ¿tomaría la misma postura que la del Consejo de Rectores?
R: Pienso que no. Pero, claro, es fácil decirlo cuando no se está en la posición. En cualquier caso, me parece que buscaría hacer valer mis puntos de vista de una manera más constructiva y propositiva, partiendo del hecho de que aquí que se abren nuevas oportunidades y que no estamos frente a cuestiones de fondo sino frente a una discrepancia de los rectores respecto de procedimientos e instrumentaciones.
7.- ¿Qué razones puede tener el gobierno para plantear esta estrategia? ¿mayor trasparencia en las platas? En definitiva ¿a quién el sirve? ¿y por qué?
R: Las razones son claras, me parece. Se trata de fortalecer grupos, redes o centros dinámicos y de frontera a través de un financiamiento basal, que cubre gastos de infraestructura y de operación. En seguida, de incentivar una gestión eficaz y transparente, dotada de flexibilidad para responder a entornos cambiantes y donde el uso de los recursos pueda ser justificado y medido en función de productividad, resultados e impacto. A la larga toda la organización de las universidades –y sus diversas partes– debiera funcionar bajo criterios como éstos, senda en la cual se encuentran ya varias de ellas que han logrado importantes avances. Al final el país se vería beneficiado mediante la expansión de sus capacidades para producir y aplicar conocimiento.
Recursos asociados
Innovación para la Competitividad, 12 marzo 2007. Contiene los dos Informes preparados por los Consejos de Innovación para la Competitividad (2006 y 2007)
Programa de Financiamiento Basal para Centros Científicos y Tecnológicos de Excelencia (PFB) , CONICYT, Mayo 2007 (Ver breve resumen más abajo)
Programa de Financiamiento Basal para Centros Científicos y Tecnológicos de Excelencia (PFB)
El Programa de Financiamiento Basal para Centros Científicos y Tecnológicos de Excelencia (PFB), es una de las principales iniciativas en el contexto de la creación de un Programa de apoyo a la asociatividad en la investigación de Excelencia el que contempla además, Anillos de Investigación, Programa de Equipamiento Mayor y Programa de Fortalecimiento de Ciencias Sociales.
Objetivos generales del PFB
• Incrementar el capital científico y tecnológico de alto nivel existente en el país para contribuir al aumento de la competitividad de la economía chilena.
• Otorgar respaldo y fortalecer la actividad desarrollada por los grupos de investigadores de excelencia, fomentando la vinculación entre la investigación científica y tecnológica de alto nivel y el desarrollo económico de Chile.
Fortalecimiento del Eslabón Superior
• Se toma en consideración que existen restricciones para que las actividades de los grupos de investigación de alto nivel alcancen la escala necesaria para la sustentación y consolidación de masas críticas de investigadores capaces de aplicar o producir el nuevo conocimiento.
• Debido a las características del proceso de generación y apropiación del conocimiento científico se requiere complementar las actuales líneas públicas de apoyo y la acción eventual del mercado.
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