Texto de la conferencia dicatada con ocasión de la inauguración del año académico de la Universidad de Valparaiso, 1999
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En octubre pasado (1998) se realizó en París, auspiciada por la UNESCO, la Conferencia Mundial sobre Educación Superior. Se inscribieron más de 4 mil participantes en representación de unos 140 gobiernos, instituciones de enseñanza terciaria y organismos no-gubernamentales vinculados a la actividad de este sector. El objetivo de tan magno encuentro fue, precisamente, reflexionar sobre los desafíos de la educación superior de cara al siglo 21.
He aquí, de inmediato, un primer contraste: aquel que existe entre la tradición y el futuro. En efecto, metido en medio de la algarabía de esa multitudinaria reunión, uno no podía dejar de reparar que un puñado de las más antiguas universidades europeas allí presentes sumaban entre sí varios miles de años de experiencia. De modo pues que ahíse erigía el pasado, con toda su fuerza, frente a un futuro que a veces aparece tan incierto.
En verdad, desde sus orígenes la universidad encarna esa tensión. Como ha dicho un gran historiador de las ideas, ya al momento de aparecer en el siglo XIII, la corporación universitaria de inmediato petrifica aquello que consolida en su seno. Junto con volver más potente a la inteligencia colectiva, al institucionalizarla la somete también al ritmo inevitable de las rutinas. El intelectual que abandona el monasterio y conquista su lugar en la ciudad universitaria pronto se revelaría incapaz de elegir las soluciones del futuro.
La aventura de la razón universitaria comienza pues con ese gesto: conquista su autonomía del poder religioso pero queda expuesta a los vaivenes de la historia secular y, entre ellos, a los de la propia institución que se obliga a servir. A lo largo de los siglos esta paradoja acompaña a la corporación universitaria. Percibida a ratos como una institución conservadora—”torre de marfil” solía decirse en mi época de estudiante—ella ha mostrado ser, al mismo tiempo, fuente de renovación de las ideas y origen de muchos cambios en la sociedad. Apegada a sus tradiciones, sin embargo ha sido también, en ocasiones, hogar formativo del futuro.
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