Aparecido en Estudios Públicos, Informe N° 215, 17 mayo 2005
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Los informes comparativos entre países que se han efectuado incluyen la capacidad tecnológica como una variable decisiva para explicar el nivel de desarrollo, desde el momento que determina la innovación, la
creatividad y la incorporación de nuevas ideas. EL último estudio difundido, el “Informe de Competitividad Mundial 2002”, elaborado por el IMD y la Universidad de Chile, confirman los ranking anteriores, con el agregado del avance que experimenta Chile en el último año (véase www.asuntospublicos.org N° 182).
Los estudios que han hecho las contribuciones más difundidas son el “Informe anual de competitividad”, del World Economic Forum, y el “Indice de logro tecnológico”, del PNUD. En ambos, Chile aparece en una baja posición, que no se compadece con el nivel general del país: es decir, el nivel tecnológico presenta un rezago importante frente a las otras variables que determinan el crecimiento económico; el atraso ocurre especialmente en la creación de tecnología y en la difusión de las innovaciones recientes, a lo cual se agrega la debilidad en las destrezas humanas.
El estudio de Brunner
José Joaquín Brunner, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, acaba de realizar un estudio cuantitativo más completo que los anteriores, en que compara 38 indicadores para 15 países, entre ellos Chile. Los elegidos corresponden a casos que pueden ser sujetos de comparación a causa de su ingreso por persona, tamaño y características.
El resultado es desalentador: Chile ocupó el lugar 12 en el grupo de quienes tienen un “Indice de capacidad tecnológica” considerado como bajo, superando sólo a los países latinoamericanos: México, Argentina y Brasil, en ese orden. En el grupo alto quedaron Finlandia, Irlanda, Holanda, Corea y Nueva Zelandia, mientras aparecen en el medio Hungría, República Checa, España, Portugal y Grecia.
Los indicadores seleccionados para la comparación se agrupan en varias categorías: (1) stock de capital humano y de conocimiento; (2) dotación científica-tecnológica; (3) infraestructura de información y comunicaciones; (4) integración global y apertura de la economía; (5) adquisición de tecnología incorporada;(6) adquisición de intangibles tecnológicos; y (7) participación privada en el esfuerzo nacional de investigación y desarrollo (I y D).
La conclusión del estudio es preocupante. Según Brunner, “Chile se está quedando atrás en la carrera tecnológica, lo que se explica por los rezagos y debilidades de prácticamente todos los elementos que forman su plataforma de transferencia”.
El problema central es la baja inversión en tecnología que realiza el país, especialmente el sector privado, cuya contribución es marcadamente limitada.
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